viernes, 28 de julio de 2017

Cursillos de convivencia democrática


Yo no sé si es que el “forofismo” de los partidos de fútbol se nos ha metido en la política o es que no somos aptos para la función democrática y la convivencia que nos hemos dado, pero creo que a los españoles en general y a los cacereños en particular nos queda mucho que aprender en cuanto a mantener nuestra propias ideas, respetando las de los demás aunque no sean las mismas que las nuestras, sin tratar de fulminarlos porque no piensen como nosotros.
Yo no sé si esto habría que comenzar a enseñarlo desde la escuela y esperar que las nuevas generaciones estuvieran más duchas en el tema que las actuales, porque actualmente aún nuestros políticos —que por otra parte se confiesan demócratas— se “suben a la parra” cada dos por tres nada más que el oponente critique su función pública —que por ser pública es criticable— y no coincida con cada punto de la gestión que el político lleva a cabo.
En muchos casos se estima la crítica a la gestión como ataques a la persona, y en otros hasta parece que el propio político sería capaz de sacarse los dos ojos, por ver tuerto al oponente. Y esto no es serio.
Uno se explica que un “forofo” del fútbol, aparte de echar las culpas al árbitro de los males de su equipo, llegue hasta “pegarse” con el “forofo” del equipo oponente, pero esto no es serio ni en el fútbol ni en la política, y si en el primero de los casos se tolera por tradición, en el segundo es intolerable, porque hay una línea —como el filo de la navaja— que deslinda democracia de dictadura y, sin querer, se acaba en el lado de la navaja que uno no desea.
Cierto que nuestros políticos entraron en los partidos, de un lado u otro, de una forma improvisada a veces y muchos no pudieron sacudirse los cuarenta años anteriores de política distinta y aún de oposición salvaje porque no había otros cauces para opinar de forma distinta a la oficial, Pero todo esto que debió quedar ya superado no acabamos de superarlo aunque el tiempo pasa.
Yo recuerdo los antiguos “cursillos” que en el régimen anterior se daban a los que de algún modo “mandaban” para que aprendieran mejor su función y hasta he llegado a pensar si no serían oportunos unos cursillos similares, pero enseñando sólo convivencia democrática, para los que ahora tienen mando o función política dentro de cualquier partido. Unos cursillos que les enseñaran a caminar por  el “filo de la navaja”, que al parecer no es tan fácil como podría pensarse.
Diario HOY, 13 de enero de 1982

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