Antiguamente se llamaba “pisaverde”, siempre en su sentido figurado,
al “hombre presumido y afeminado, que no conoce más ocupación que la de
acicalarse, perfumarse y andar vagando todo el día en busca de galanteos”. Esto
es lo que dice de ese vocablo el diccionario, pero habría que revisar el
concepto, que se ha perdido, quizás por anticuado. Nuestro “pisaverdes” de hoy
se llaman de otro modo, ya que lo “buscadores de planes” —que es como podemos
entendernos— van desgalichados, intencionadamente mal vestidos o sucios muchos
de ellos sin más “perfume” que el del “porro” o la sobaquina y utilizan otros
métodos muy distintos, porque los tiempos evolucionan.
Pero no es a esos “pisaverdes” a los que queremos referirnos, sino a
unos nuevos “pisaverdes”, o “pisacésped” si ustedes quieren, que son las
personas a las que nuestro ayuntamiento viene multando por pisar los jardines,
destrozarlos con sus juegos o hacer otros desmanes que atentan contra la
propiedad común de todos como son los
jardines, lo monumentos públicos, etc., etc.
En la última quincena de febrero la Policía Municipal ha impuesto
multas, al menos de mil pesetas, a una docena de estos “pisaverdes”, cuya lista
se ha publicado. Es curioso ver en ella que las multas se imponen a los padres
porque sus hijos pisan dicho césped y comprobar que en cuanto a los pequeños
hay muchas más niñas que niños que los pisen; que muchos de los “pisantes” son
forasteros y que varias de las multas se imponen a padres cuyos hijos se
encaraman a lo alto del monumento a los Conquistadores, fuentes monumentales o
cosas parecidas.
Esto, y las pintadas, van en aumento, a pesar de las multas, por lo
que debería pensarse en aumentar al mismo ritmo las multas o la vigilancia. En
el primer caso el Ayuntamiento podría obtener unos saneados ingresos de los “pisaverdes”
y hasta establecer una tarifa de “a tanto la pisada” para el que tuviera el
capricho de seguir pisándolos. Podría aquí suceder como el caso aquel, ya
histórico en Cáceres, de un conocidísimo anciano que hacía “pis” en los
jardines y hasta le decía al guardia: “No me de la vuelta, mañana vuelvo a
hacerlo y estamos en paz.” En el segundo caso, el de la vigilancia, hay que
fiar en que ayer mismo ingresaron ya los 14 nuevos guardias con lo que
comenzará a notarse la vigilancia, que debería intensificarse en cuanto a las
pintadas, porque esas sí que nos resultan caras a todos.
Diario HOY, 3 de marzo de 1981
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