Yo no sé si Jaime Velázquez lo dijo “off the record” o para que todo
el mundo se enterara, porque nuestro presidente de la Diputación es hombre de fácil palabra y en la
última “rueda” que con él tuvimos, tras de hablarnos de un tema pasaba a otros
y en unos pedía no se contara lo dicho y en otros no. Yo por eso pienso que en
este que voy a abordar no pidió tal silencio. Se trataba simplemente que,
justificando el porqué los presidentes accidentales de los plenos, o los
propios diputados, no están tan al día como el propio presidente efectivo de la
Diputación, dijo más o menos que ello era debido a los tan debatidos “sueldos”,
para agregar que eso hay que decírselo al pueblo —razón por lo que nosotros lo
contamos— aunque no estemos en acuerdo total con el presidente. Su teoría es
que los asuntos de las diputaciones han tomado tal envergadura que los
encargados de ellos tienen que tener dedicación exclusiva, y por tanto cobrar
lo suficiente para no dedicarse a otra cosa. Vino a decir que de no tener un
sueldo de 100.000 pesetas para poder dedicar atención a los temas, y tenerlo
sólo de 30.000 (como los diputados) es donde radica la diferencia. Razón por la
que con un “sueldo” de ese tipo el diputado no puede estar tan al día como el
presidente que se ha convertido en algo así como en un “especialista” que cobra
sus servicios, dejando a un lado lo que se hacía antes que era trabajar “por
amor al arte”.
De ser verdad lo dicho, nos hacemos el razonamiento de: ¿Y si todo es en
función del dinero que se cobra, qué hacían las corporaciones anteriores que no
cobraban un duro? Según esa regla de don Jaime, poco o nada deberían hacer, y
hasta lo que hicieran —si es que se demuestra que hicieron algo— es bastante
más de agradecer porque lo hicieron por ese “amor al arte” o “al sillón”, si
ustedes quieren que entonces era menos apetecible que lo es ahora porque ya se
sabía que, al menos en teoría, lo hacían por el bien de la comunidad y sin
embolsarse una sola peseta… No sé yo si don Jaime tendrá razón, porque el sistema
actual también puede tener el fallo de un desmedido afán a lo que se cobra, sin
dar mucho golpe…, que de todo hay en la viña del Señor.
Diario HOY, 29 de enero de 1981
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