viernes, 2 de junio de 2017

“La ratita presumida” y los millones del canon

Con la “pelotada” de millones que van a ingresar en Cáceres a cuenta del cano , y a partir del año 1981, que son —mal contados— unos 2.800, no sabemos qué va a hacer la Diputación Provincial… ¡Porque hay que ver la serie de cosas que se pueden hacer con esa “quiniela” provincial, que queda tamañita a la que el lucense Ángel Legaspi acaba de embolsarse!
Nosotros nos imaginamos a don Jaime Velázquez como a la “Ratita Presumida” del cuento de nuestra infancia. Esa que, cuando estaba barriendo su casita, “tran, larán, larita”, se “encontró un ochavito moro” (o un centimito, ya que en esto hay dos versiones) y comenzó a decir: “¿En qué lo gastaré, en qué lo gastaré?” Y tras de ir pensando en si compraría un mandil, una escoba nueva, un televisor en color, una nueva sala para exposiciones ratoniles, unas películas de Tom y Jerry, etc., etc., se decidió a comprarse un lacito rosa para el rabo… Y dice mi cuento que quedó tan bonita, que todo el que pasaba ante la casita tenía que ver con ella y la Ratita, que era una erótica consumada, a los peticionarios de matrimonio les preguntaba: “¿Y cómo harás por la noches?”, y el burro le indicó que roznaría, el perro que ladraría, y sólo un ratoncito espabilado le dijo que dormiría y callaría… (Aunque parece ser que, al oído, le habló de otras proposiciones de las que solemos decir los periodistas que “son a puerta cerrada”, pero que no constan en el cuento por el asunto de la censura, ya que como ustedes pueden deducir, uno peina canas y nació en la época franquista y esto de la censura —sobre todo en los cuentos infantiles, aunque menos en los otros— funcionaba con toda dureza.) y fue el que en definitiva se llevó a la Ratita al tálamo nupcial, con ceremonia religiosa y fotógrafos incluidos.
¡¡Líbrenos Dios de decir que don Jaime se vaya a comprar un lazo ni que intente casarse, como la Ratita!! Hay que entender las cosas, y lo que queremos decir es que la Ratita Presumida tenía su programación con vistas al matrimonio y que la Diputación —con don Jaime a su cabeza— debe tener la suya, o comenzar a pensar en ella, para cuando la pelotada de millones llegue a nuestras arcas provinciales saber en qué gastar el ochavito moro… Todos menos la improvisación que, como en el caso de la Ratita, se nos podría quedar en un lazo para el rabo.
Diario HOY, 29 de octubre de 1980

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