Por aquí no acaba de cuajar eso de la autonomía. Ya hablamos en alguna
ocasión del divorcio de las Juntas y el pueblo, en lo que a la nuestra se
refiere, pero comenzamos a temernos que eso mismo viene sucediendo en algunas
otras regiones que han entrado en la moda de la autonomía, no por deseo del
pueblo sino por el decidido impulso de unos cuantos que, en algún caso, van con
el “pío” de repartirse las poltronas de los cargos y pare usted de contar.
Por aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”,
deberíamos meditar muy seriamente lo que ha ocurrido en Galicia, con muchos más
años que nosotros de regionalismo, con “idioma” propio que se habla al menos en
las aldeas, con el lógico apego que los gallegos tienen a su tierra —cosas
todas indiscutibles— pero donde a pesar de todo, hay una gran mayoría de
gallegos que no ven interés en eso de la autonomía a juzgar por ese 73,80 por
100 de abstenciones, que para quien sepa leer entre líneas, aun a pesar de
todas las justificaciones que hayan podido darse y se den, es un verdadero
referéndum de desinterés por ese divorcio de que hablamos del pueblo con el
fenómeno autonómico que es más que un modo una moda…
Si esto ha sucedido en Galicia, no quiera usted suponer lo que
sucedería aquí si en estos momentos se hiciera una consulta similar. Los señores
de las Juntas tienen montado su tinglado y hablan de él como si ellos fueran
una cosa vital, les hacen coro los que de dicha Junta reciben alguna prebenda,
y también algunos —que debe haberlos aunque no muy numerosos— que creen de
buena fe en que la autonomía es algo así como la antigua “piedra filosofal”… y
pare usted de contar. El pueblo, el que formamos los ciudadanos de a pie,
piensan en general que todo eso es “música de aire” (y en el caso gallego
supongo que de gaita).
Nos queda mucho camino democrático por recorrer pero exigiendo a los
que tengan la sartén por el mango que escuchen lo que en realidad el pueblo
pide y no impongan lo que a ellos les interesa diciendo que eso es lo que pide
el pueblo. Pienso yo que si para decidir cosas relativamente importantes en
cualquier corporación local o provincial hace falta un “quórum”, mucho más
debería exigirse ese “quórum” en consultas más trascendentes como esa que se ha
hecho en Galicia, y que puede hacerse aquí en cualquier momento.
Si las leyes para alguna decisión democrática de interés, para alguna
elección, exigen al menos la mayoría simple, que es la mitad más uno, ustedes
me dirán si un 26 por 100 de votantes se puede interpretar como decisión de un pueblo.
Diario HOY, 26 de diciembre de 1980
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