En Extremadura hemos quedado para “los
descartes” de la baraja nacional que juegan otras comunidades y otros
políticos, al parecer (y no quiero hacer juicios de valor, más que por los
resultados) más avispados que los nuestros. El sufrido ciudadano extremeño, o
el cacereño al menos, que paga iguales impuestos que sus convecinos de otras
comunidades, que ve que se le acerca (como en una película de miedo) el
fantasma de Hacienda acogotándole año tras año, cuando él tiene mucho menor
poder adquisitivo, comprueba con desilusión que en otras comunidades más
agraciadas que la nuestra comienza a hablarse ya de la concesión de canales
privados de televisión, bajo las normas que sean —que eso no importa— mientras
en nuestra comunidad seguimos en el paleolítico de la televisión, sin que los
equipos que nos gobiernan levanten una sola voz de protesta por ello. Es
curioso que los que han tenido que levantar la voz hayan sido los industriales
del ramo de reparación de estos aparatos, para no cometer la “estafa” de seguirlos arreglando, cuando
todo lo que tienen es que aquí no llega “señal”
suficiente de televisión.
Menos señal y en peores condiciones
“Mire usted —nos decía uno
de ellos—, aquí llega menos señal y en
peores condiciones que la que debe llegar al interior de las más intrincadas
selvas amazónicas.”
Pero no es sólo eso, es que nuestros gestores (si los tenemos) no se
ocupan más que de “chorradas” (y
perdonen la frase), sin que aún hayan logrado todavía que se instale el centro
de televisión de Extremadura, siendo la nuestra una de las pocas comunidades
que carecen de él y una de las primeras que comenzó a gestionarlo.
Que se dejan de empecinamientos particulares
No queremos hablar de la RENFE y otros abandonos, sino recordar a los
que mandan en Extremadura que se dejen de empecinamientos particulares y hagan
algo positivo por la comunidad que les dio el mando y el sueldo que disfrutan.
Diario HOY, 7 de noviembre de 1987
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