lunes, 5 de marzo de 2018

"¡Que Dios reparta suerte… y puntería!"


Decía Antonio “Costillares”, un cazador mítico cacereño, muerto ya, que él usaba escopeta de “avancarga”, o sea, de las que se cargan por la boca, porque “a lo natural no llega nada” y porque las escopetas de “retrocarga” y aun las repetidoras, de las que llegó a conocer alguna, eran escopetas de señoritos enclenques, que desprestigiaban a los cazadores de pelo en pecho como él y no eran “armas naturales”. Cada salida de veda suelo recordar al señor Antonio “Costillares” que, casi en la madrugada del gran día, pasaba delante de otros grupos de cazadores a los que deseaba suerte. Porque esto de cazar —sobre todo entonces— hermanaba a todos los “hijos de San Humberto”. Pero la deseaba al modo taurino y con la frase: “¡Que Dios reparta suerte y puntería!”.
De él se contaban anécdotas curiosísimas que le señalaban como aficionado empedernido que no le pegaba a un cerro; y hasta que, por llevar una escopeta tan anticuada, tenía que poner delante una manta, antes de disparar, para poder reunir todos los tornillos que saltaban con el disparo. Lo que sí digo es que “Costillares”, que ejerció toda clase de cazas, era aficionado por encima de la puntería y que no le importaba tanto hacer carne, como disfrutar persiguiendo “los bichos”. Por eso tenía su muletilla de decir que como su escopeta, de un solo caño y de “avancarga” no había otra y que eso era “lo natural” y no los sofisticados medios de exterminación que ya comenzaban a emplearse.
Otros cazadores clásicos hubo en Cáceres, cuya afición estaba por encima de su puntería, como fueron un tal Barra, hombre muy alto, y un compañero suyo, cuyo nombre no recuerdo, que era gordo y bajo, formando un conjunto parecido al dúo “Sacapuntas”. Cada vez que mataban una liebre, muy de tarde en tarde, se quitaban las mochilas y daban vueltas al carnero, para festejarlo. En fin, cazadores, la de “Costillares”: “Que Dios reparta suerte y puntería”.
Diario HOY, 19 de octubre de 1987

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