miércoles, 7 de marzo de 2018

La picaresca del limpiacristales


Los incidentes se veían venir, porque a nadie se le puede obligar a pagar un servicio que ni acepta ni solicita.
Resulta que unas familias gitanas han montado la forma de sacar un dinero limpiando los parabrisas de los vehículos que paran, obligatoriamente, en el semáforo que rige la confluencia de la Avenida de las Acacias (o de Guadalupe) con la carretera de Salamanca (o calle Gil Cordero). Si el servicio se prestara y aceptara voluntariamente, no habría nada que decir. Lo malo es que el joven gitano que lo realiza, sin andar consultando nada al propietario del vehículo, lo primero que hace es mancharle con agua sucia el parabrisas y preguntarle después si se lo limpia. Ni que decir tiene que en la mayoría de los casos el “servicio” se acepta a regañadientes y porque, ya que te han manchado de entrada el cristal, que al menos lo limpien. Pero otras veces, esto de que te tomen de “pardillo”, le molesta a uno, pues no se ofrece el servicio según la suciedad del cristal, sino que si treinta veces pasas por ese sitio, treinta veces te embadurnan el cristal de agua y casi “te obligan” a que les pagues por limpiarlo. Y si te niegas a pagar, aparte de los insultos al conductor, la “troupe” la emprende a patadas y golpes con el vehículo. Esto tenía que acabar mal alguna vez y terminó en un altercado entre un conductor y el joven “limpiacristales” Antonio Jiménez Silva. Tras el enfrentamiento terminaron en Comisaría. Ni que decir tiene que la Policía Municipal confirmó todos los extremos que indicamos y hasta señaló que es habitual recibir quejas de la actuación de esta familia “calé” que han montado un picaresco servicio que no debe tolerarse.
Bien está el ofrecer un servicio, pero el “cliente” debe tener la libertad de rechazarlo o no, libremente, y sin presiones
Diario HOY, 6 de noviembre de 1987

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