En sus recientes declaraciones a los medios informativos, el
presidente del polígono “La Madrila”
pide moderación a todos (cosa que nos parece muy bien) “entiende que la movida es un hecho social” (de lo que nadie duda) y
cifra sus esperanzas en que todo va a arreglarse nada más que el Ayuntamiento
se haga cargo de las calles y plazas del Polígono, quedando como “malo de la película” al vecino Fernando
Figueroa, autor de unas manifestaciones en las que decía que es intolerable el
ruido y molestias que aguantan los vecinos cada noche. Molestias y ruidos que
parece han desaparecido nada más que don Delfín ha abierto la boca.
Yo no sé si es que comienza a tomarse el rábano por las hojas y el
vecindario, acostumbrado a sufrir calladamente las molestias, va a tener que
meterse la lengua donde le quepa y seguir aguantando esas molestias ciertas que
viene padeciendo durante tantos años y de las que nadie habla hasta ahora.
Es cierto que en el Polígono no pasa
nada violento (al menos continuamente) si no se entiende como tal el que muchos
establecimientos, con música a tope y durante toda la noche, no dejan dormir a
los vecinos y el que la clientela de esos establecimientos —jóvenes o no, que
eso es lo de menos— produzcan tal ruido en la calle hasta que amanece
impidiendo también dormir a nadie,
Esto, sin hacer mención a los cohetes, petardos y otros aparatos de
hacer ruido, que allí se utilizan a cualquier hora del día o de la noche. Se está
tergiversando algo y es que la libertad bien entendida termina donde atenta
contra la libertad de los demás.
Y esos otros son los vecinos que a partir de una hora deben tener derecho
al descanso. Y las autoridades obligación de velar porque ese descanso se
produzca, sin que lo interrumpan “movidas” o ruidos exagerados continuados y tan prolongados que
hace más de dieciocho años lo vienen aguantando.
Diario HOY, 19 de septiembre de 1987
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