Yo quisiera obrar con la misma prudencia que ha obrado el pleno de la Diputación,
retirando del orden del día de su sesión un punto que decía: “Suspensión de las obras de construcción del
camino vecinal de Fresnedoso de Ibor a Robledollano”. Las razones que se
han dado han sido la petición de los alcaldes de las dos localidades cacereñas
que solicitan “no se les archive este
asunto y se siga en diálogo con los ecologistas, haciéndoles ver la
incomunicación en que están ambos pueblos” Por su parte, la Diputación
manifestó, a través de su Comisión de Planificación, que debía solicitarse de
la Dirección General de Medio Ambiente (de nuestra Junta, claro), más
información sobre el tema.
Los ecologistas han convencido
Todo esto nos hace sospechar que los “ecologistas” han convencido a esta Dirección General —que necesita
muy poco para convencerse— de que no de permiso, o se oponga con uñas y dientes
a la realización de ese camino vecinal, porque es mejor que queden
incomunicados los vecinos de dos pueblos cacereños, que interrumpir los
apareamientos de los “sapos parteros
ibéricos” o espantar las cigüeñas de cualquier color que haya en la zona.
No es que a mi me parezca mal que se defienda a los “bichos” pero pienso que el primer “bicho” a defender es el bípedo llamado hombre que habita en
Robledollano y en Fesnedoso de Ibor, que tienen necesidad de que el progreso
llegue hasta ellos y de que en algún caso —más frecuente de lo que parece—,
alguna ambulancia pueda ir a evacuar a un enfermo de esa zona a un centro
hospitalario.
Cuando todos los pueblecitos de Extremadura y sus habitantes estén lo
suficientemente atendidos en lo que es infraestructura primaria de
comunicaciones, será tiempo de hablar de “sapos
parteros” y otras zarandajas por el estilo. Dicho sea con el perdón de mis
amigos los ecologistas.
Diario HOY, 26 de septiembre de 1987
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