También los niños de Cáceres precisan que rompamos una lanza a favor
de los que han sido, hasta hace poco, sus personajes favoritos y que, de aquí
en adelante, han quedado “secuestrados”
como sucede con los industriales vascos (en el juego incomprensible de los
mayores, que no acaban de comprender del todo los niños). Nos referimos a esos
personajes de la ficción de comic, que viven en la imaginación de todos los
niños (de dos a setenta años) y que atienden por los nombres de “Carpanta”, “Mortadelo” y “Filemón”, “Zipi y Zape”, “Pepe Gotera” y “Otilio” y
algunos más, que eran personajes netamente españoles, creados por el ingenio de
los dibujantes Escobar, Ibáñez y algunos otros, y que al desaparecer la
Editorial Bruguera, o ser traspasada (que esto es lo de menos) han quedado “secuestrados” por los compradores de la
editorial, o por la editorial misma, que no permite que sus creadores —los
mencionados dibujantes— puedan volver a utilizarlos. Hay una reclamación y unos
pleitos, pero el hecho real es que de los quioscos de Cáceres han desaparecido
los héroes de la historieta que tantos seguidores tienen: “Mortadelo”, “Carpanta” y
compañeros mártires (porque los han llevado al martirio de no poder verlos
impresos).
Yo no entro en nada del pleito entre los dibujantes, creadores y la
editorial o sus compradores, lo que sí digo es que hay dos aspectos que
deberían contemplarse en ese pleito: uno, el de que los personajes autóctonos
que nuestros niños tenían, debidos al ingenio español, sean sustituidos por los
multinacionales “Mickey”, “Donald” o “Asterix”, lo que no deja de ser una colonización intelectual y otro
el de que esos personajes no eran de nadie: ni de sus creadores, ni de la
editorial, sino del pueblo que se divertía con sus gracias, y al que también
habría que escuchar en este “pleito”.
Los niños cacereños de dos a setenta años así lo esperan.
Diario HOY, 7 de noviembre de 1986
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