El alcalde tiene sobre su mesa un
proyecto de un posible aparcamiento en la llamada Plaza de Galarza, que es la que hay en la confluencia
de las calles Parras, Plaza de San José y San Felipe, en lo que ahora es el
mercado central de abastos, incluido el aparcamiento que hay delante del mismo
y en sus traseras, porque se trataría —caso de realizarse— de un edificio de
varios pisos con aparcamiento de vehículos en todas sus plantas, aunque en
alguna tendría tiendas o mercados y en la terraza superior diversos jardines,
solarios o sitios de esparcimiento. He dicho “caso de realizarse”, porque fue el propio alcalde el que me dijo
que, para la economía del actual
Ayuntamiento cacereño, el proyecto, que se pondría en unos 600 millones de
pesetas, tirando así por encima, es totalmente irrealizable, por lo que se
trata simplemente de teorizar sobre algo por lo que, hoy por hoy, no hay
dinero.
Lo malo es que cuando hemos tenido
gentes y empresas que nos realizaban proyectos de este tipo sin dar un duro,
los hemos rechazado. Sin que esto sirve de crítica, recuerdo la empresa belga
—o de no sé qué otra nacionalidad— que en dos ocasiones prometió hacer el
aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor —que no nos hubiera costado un duro—
y, por las razones que sea, la idea, aun aprobada en un pleno, fue rechazada.
Precisamente, hablando con el alcalde de lo bueno que hubiera sido el que
tuviéramos ya un aparcamiento de ese tipo, nos dijo que el tener un día el
coche en un aparcamiento así costaría alrededor de las 600 pesetas, por lo que
no eran precios que pudieran pagar los cacereños. Puede que el alcalde tenga
razón, pero es preferible tener algún aparcamiento, aunque caro, que no tener
ninguno, ni aun perspectivas próximas de alcanzarlo, porque hay algo en lo que
debemos mentalizarnos y es en que suprimir es muy fácil, pero crear no, aunque
se trate de aparcamientos.
Diario
HOY, 25 de marzo de 1986
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