De poco tiempo a esta parte y ahora que se nos ha metido la otoñada
lluviosa y tras ella vendrá el invierno, se nos han llenado las calles de Cáceres
de obras de todo tipo. Unas promocionadas, según nos dicen, por la Junta, otras
por la Telefónica, a juzgar porque se han hecho zanjas para meter cables con
unos enormes carretes que auxilian unas grúas; otras porque las habrá mandado
el Ayuntamiento, pero lo cierto y verdad es que hay un montón de calles
levantadas, que en un día o dos se han continuado otros agujeros o zanjas por
las entradas de las calles más céntricas y concurridas, como la de Pintores, y
que hay obreros haciendo taladros en Avenida de España, alrededores de la
Fuente Luminosa, Cánovas, Parque de Calvo Sotelo, calle de Sánchez Herrero,
delante de la Delegación de Hacienda, donde la zanja abarca toda la calle,
delanteras de los pasos de peatones de toda la Avenida de España, todos con s
ruidoso compresor y sin cuidarse mucho de si cortan o no el paso de peatones o
vehículos. Esto aparte de que hay otras calles, las del famoso tuvo, como son
las de Donoso Cortés, Pizarro, Sergio Sánchez, Soledad y alguna más que, por
obras que continúan hace un mes, siguen cerradas al tráfico.
En fin, que Cáceres da una sensación de desbarajuste que uno piensa
que, sin permiso de nadie, se le ocurre a usted abrir un agujero donde mejor le
plazca y con ir vestido con un mono y provisto de algunas herramientas, abre el
agujero en el mismo despacho del alcalde, sin que éste le pregunte quién le ha
mandado. No digo yo que los que están destrozando ahora las calles lo hagan por
cuenta propia y hasta pienso que las cosas para estar bien han de estar antes
mal, pero no todas de golpe y olvidando los baches habituales, que siguen en
las calles, en sus lugares, engordando y sin que nadie se ocupe de taparlos. Un
poco de coordinación creo que es lo que hace falta.
Diario HOY, 17 de octubre de 1986
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