domingo, 28 de enero de 2018

La burocracia desilusionante


No hay nada mejor como ocupar un cargo público para darse cuenta de las limitaciones que en muchos casos tiene la soñada gestión, vista desde fuera, creo que éste es el fenómeno que vienen sufriendo, a diferentes escalas, muchos de los que ahora detentan poder, sin que lo que digo tenga que ver con la ideología (que en el caso actual suele ser socialista) de los que suelen sufrir esta experiencia, y esta decepción.
He conocido muchos ayuntamientos y muchas corporaciones locales y provinciales, y siempre suele darse el fenómeno de la ilusión de los que llegan, por primera vez, al cargo. Van llenos de buena fe, de ilusión en hacer algo, en arreglar el mundo, y luego se dan cuenta de la limitación que a su cargo imponen las burocracias y los presupuestos  de cada momento. Ello, aparte de que los funcionarios suelen ver al gestor político como el “eventual”, considerándose ellos los “fijos” y no siempre se entienden bien unos y otros. Eso pasaba en la época de Franco y eso sucede ahora, y seguirá sucediendo aunque gobernaran los comunistas, porque la “diosa” de ellos también es la burocracia y el presupuesto.
Viene todo esto a cuento de la decepción que se está llevando ese joven e ilusionado concejal que es Pepe Alvarado, al que se nombró no hace mucho delegado de Festejos. Él trazó la feria que le ilusionaba, la que podía ilusionar a jóvenes como él, sin fijarse mucho en esas limitaciones de los presupuestos, que parecen trasnochadas, pero que están ahí, y trazó la feria ideal, pero se pasó en unos millones y el “dios” presupuesto y la burocracia, con su rodillo rompe ilusiones (no la oposición), fue la que le hizo polvo ese programa imaginado de feria, que yo hubiera querido ver realizado, porque lo que se hace con la ilusión con que Alvarado trazó el suyo suele salir bien.
Diario HOY, 22 de septiembre de 1986

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