Poco a poco nos vamos adaptando a los nuevos modos y modas que impone
la democracia y toda su parafernalia (¿lo he dicho bien?) electoral de los
partidos políticos. Hasta el punto de que muchos pensamos que no son de fiar
las promesas que comenzaron por parte de todos ellos, ayer mismo, para terminar
tras del escrutinio de las urnas. Hay toda una nueva experiencia en forma de
refranes transformados que harían las delicias de Sancho Panza si es que el
escudero de don Quijote hubiera llegado a vivir estos avatares que ahora nos
disponemos a vivir los españoles: “De
promesas políticas y santidad la mitad de la mitad”, ponemos como ejemplo,
pudiendo transformar otros muchos como el de: “No debes fiarte de cojera de perro ni de llanto de mujer”, al que
podríamos agregar: “ni de promesa
electoralista”; o el de “Se coge
antes a un mentiroso que a un cojo”, en : “se coge antes a un político en elecciones que a un cojo”, o: “El que mucho promete, poco cumple”, “vale más voto en urna que ciento volando”,
etc.
Todo ello viene a demostrar que éstas, para los políticos de turno que
aspiran a su sillón, son situaciones anómalas, en las que parece no tienen
obligación alguna de cumplir lo que dicen, cosa que puede hacernos caer, al
pueblo, en un escepticismo en el que acabaremos no viendo lo que es real y lo
que es engañoso.
Confieso que esto es lo que me pasa a mí, y a algunos más, con ese
parador de turismo que nos ha prometido para Cáceres el presidente de nuestra
Junta, don Juan Carlos, y la iluminación nueva de la Ciudad Monumental. Yo no
quisiera dudarlo, pero las circunstancias, los momentos y los refranes, me
hacen entrar en la duda de si “será
realidad tanta belleza”. ¿Oiga, don Juan Carlos, por qué no nos lo promete
fuera de la campaña electoral?.
Diario HOY, 1 de junio de 1986
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