Me hace gracia, aunque me parece horterada de mal gusto, la jerga que
muchos de nuestros emigrantes en Cataluña, que ahora están pasando las
vacaciones entre nosotros, utilizan para presumir aquí de catalanes cerrados o
imitar a los catalanes realmente nacidos en aquel territorio. Se trata de una
mezcla de palabras castellanas y catalanas, pronunciadas mal unas y otras.
A muchos de ellos, sobre todo a ellas, les debe parecer de muy buen
tono entrar en un comercio de su propio pueblo, o de los de la capital, presumiendo
de que hablan un catalán perfecto, cuando lo que sabe de este idioma son cuatro
palabras coloquiales mal pronunciadas que mezcla, en un disfrazar el
castellano, con otras también mal
pronunciadas, en español. La comedia es curiosa y a mi me parece una
carnavalada porque esta gente sólo consigue hablar mal aquí, en su tierra y en
Cataluña donde trabajan.
Me recuerda el chiste de los estudiantes de latín, que en compañía
femenina habían ido a un huerto a coger peras, pero el que se subió al árbol
tenía roto el pantalón y enseñaba las nalgas por lo que otro de ellos comentó
con el compañero: “Se lo voy a decir en
latín, para que las chicas no se enteren”, con lo que se produjo el
siguiente diálogo: “¡Petrus!” (dijo
el de abajo), “Cué” (respondió el
otro). “¡Que se te viden las nalgus…!”
y se quedaron tan conformes.
El catalán es un idioma para andar por Cataluña y me parece muy bien
que los extremeños que allí trabajan traten de aprenderlo y utilizarlo, pero
allí. Cuando vengan a su tierra, que procuren hablar el castellano más puro, o
en su defecto el extremeño castúo que es su verdadero “idioma”. Pienso que son los catalanes los que deben defender su
idioma y nosotros el nuestro.
Diario HOY, 7 de agosto de 1986
Magnifico!!!!
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