(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
La ordenanza que regulará la venta ambulante en Cáceres fue presentada
al Pleno municipal y devuelta, tras unas larguísimas discusiones, porque
nuestros ediles no están del todo de acuerdo con lo que ha de hacerse con estos
vendedores con tenderetes que hace más de un año, en algunos casos, ocuparon el
paseo principal cacereño, el de Cánovas, y no quieren moverse del mismo
aduciendo que ellos pagan los impuestos que se les exigen y tienen sus
licencias de vendedores ambulantes con pago al día.
En alguna ocasión, creo que en las pasadas ferias de mayo, se intentó
levantarlos, al menos de parte del paseo, del tramo que es el Parque de Calvo
Sotelo, dándoles acomodo en otro lugar del jardín, pero montaron su protesta,
se fueron en bloque a ver al alcalde y la cosa siguió como estaba.
Mientras tanto el comercio establecido protesta porque, siempre según
ellos, estos industriales ambulantes les hacen una competencia ilícita y ocupan
el mejor sitio de ventas de Cáceres. Cierto que el comercio establecido
protesta por todo y a nuestro juicio hace bien porque se saca más protestando
que cediendo, como bien demostrado queda con las protestas de los vendedores
ambulantes, que no hay quien los mueva de donde llevan meses o años. Para mí
esa indecisión de los concejales se subsanaba mirando en el diccionario qué
significa eso de “ambulante” que es
la calidad que tienen estos comerciantes. El diccionario dice exactamente: “Ambulante: que va de un lugar a otro sin
tener asiento fijo. Errante, transeúnte, nómada, pasajero.”
Si estos vendedores tienen licencias de ambulantes y desde años no se
mueven del mismo sitio, han perdido la calidad de ambulantes y por tanto no
debe considerárseles como tales.
Diario HOY, 15 de octubre de 1986
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