Los fotógrafos locales dicen que a Koldo Chamorro se las están
poniendo como dicen que le ponían las carambolas a Fernando VII. Yo no sé si
los fotógrafos locales, que los hay buenos y malos como en cualquier profesión,
tienen o no razón, pero hay que estimar que quizás por la fama de este
profesional —fama que ha de traducirse en factura— las medidas alrededor de él
son excepcionales. Yo no entiendo de estas cosas pero creo que en algún aspecto
estas medidas han tenido demasiada trascendencia.
Para el que no esté versado en el asunto, le diremos que la
Diputación, y algún organismo más, desean hacer el “gran libro de Cáceres”, aprovechando que a nuestra ciudad se la ha
declarado Patrimonio dela Humanidad. El empeño es bueno puesto que, aunque hay
muchas “guías” de Cáceres, nos falta
un libro de lujo, con fotografías también de lujo y excepcionales, que pueda
llevarse a los primeros organismos de Europa, más que dignamente presentado
—sin reparar en gastos— para que allí se sepa por qué hemos pedido que nuestra
ciudad vieja se convierta en patrimonio de la Humanidad. Así las cosas, hubo
que buscar un fotógrafo de excepción y se buscó a Koldo Chamorro, cuyas
facturas, al parecer, también son excepcionales. Esto ha molestado a algunos de
nuestros profesionales regionales que no se estiman menos artistas que Koldo y
que vienen comentado el que, con esas facilidades, trabaja cualquiera. ¿Qué
Koldo quiere la plaza sin coches?, pues allí están los policías y la grúa
municipal para que no aparque nadie o llevarse al que aparcó; ¿que desea hacer
la greca de un escudo?, pues allí están los bomberos para subirlo por sus
escaleras y ponerle a tiro de objetivo el detalle. Esto es lo que se comenta:
las facilidades que se dan a Koldo y no a otros.
Esperemos que la obra, aunque cara, corresponda a las molestias que
todos nos hemos tomado para que él apriete el botón y salga el pajarito.
Diario HOY, 5 de agosto de 1986
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