Aquí volvemos siempre a decir que sí a lo que, por los motivos que
sean, —muchas veces fútiles motivos— dijimos anteriormente que no, hasta de
forma tozuda y reiterativa.
Desde que se hizo como está, ningún cacereño —o muy pocos— estamos de
acuerdo con la estética de nuestra Plaza Mayor que se nos ha convertido en un
inmenso garaje, sin gracia ni personalidad alguna. Algunos recuerdan su antigua
“bandeja” central y ajardinada, en la que había nueve hermosas palmeras y
lugares gratos para estar y para que los niños jugasen, y de algún modo
quisieran volver el tiempo atrás y que todo aquello volviera a aparecer, como
en el cine o la moviola, dándole marcha atrás, cuando ni el tráfico del Cáceres
aquel es el de ahora, ni las gentes aquellas tenían las mismas inquietudes y
necesidades que las actuales.
El desaguisado de la Plaza Mayor como está lo hizo Bellas Artes, a su
costa, por encargo del entonces alcalde, Alfonso Díaz de Bustamante, pero ni al
propio Alfonso le gustó cómo quedó aquello y la prueba es que, siendo todavía
alcalde, comenzó a gestionar una modificación que incluyera un aparcamiento
subterráneo, idea que le echó por tierra la Corporación aquella. Los
ayuntamientos de UCD volvieron a la carga y consiguieron aprobar un proyecto de
aparcamiento subterráneo, con remodelación total en superficie, que haría a sus
expensas un grupo extranjero, pero a los socialistas (posiblemente por no poner
en práctica ideas que no eran suyas) no les gustó el asunto y lo dejaron
aparcado. Aparcamiento aparcado, era lo suyo.
Ahora no se habla de aparcamiento, ni subterráneo ni en superficie, pero
el Ayuntamiento ha convocado un concurso de ideas para remodelar la plaza
(porque sigue sin gustar a nadie) y pensamos que, uniendo lo bello a lo
práctico, puede que haya algún proyecto que incluya el aparcamiento
subterráneo, rechazado en tiempos, sin dar muchas explicaciones.
Diario HOY, 17 de septiembre de 1986
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