Nuestra cueva de Maltravieso, en la que han vuelto a aparecer pinturas
de manos, de la época paleolítica, ha tomado nueva importancia y va a ser
objeto de estudio en un coloquio internacional que organizarán las
Universidades de Salamanca y Extremadura en abril del próximo año. Ello quiere
decir, según nos confesaba el profesor Cerrillo, que en el Paleolítico esa
cueva fue un verdadero santuario de las religiones que aquellos hombres,
posiblemente cazadores, tenían en aquel entonces, que es lo que se va a estudiar
en esos coloquios de que hablamos. En fin, que la cueva, por razones que se nos
alcancen o no, es mucho más importante de lo que pudiéramos imaginar y, en
tiempos, estuvo a punto de desaparecer, como desapareció el mosaico de Monroy
que cuidaba como “oro en paño” el
profesor Cerrillo y que un monroyego mandó que se tirara a la basura. La
ignorancia es muy atrevida y estas cosas ocurren en las mejores familia, y aun
en hombres que consideramos cultos.
Don Justo Corchón |
Cuando se descubrió la cueva de Maltravieso era director del Museo de
Cáceres un sabio profesor de historia, don Miguel Ángel Orti Belmonte, que fue
recogiendo todo lo que de la cueva salía: huesos, fragmentos de cerámica,
puntas de flechas de sílex, muelas de caballos cuaternarios, alguna cerámica
casi completan hachas y utensilios de piedra, y fue amontonando todo en una
sala del museo para clasificarlo, como clasificó algunas cosas —pocas— que
pasaron a las vitrinas. Pero en estos momentos le llegó la jubilación y marchó
a Córdoba, haciéndose cargo de la dirección del museo un geógrafo, don Justo
Corchón, que no entendía una palabra de
historia y que ordenó, de malos modos, al conserje que tirara toda aquella
porquería a la basura, lo que el conserje hizo. Total, que cuando llegó don
Carlos Callejo, primero que trazó una monografía, tuvo que recurrir a las pocas
piezas que se habían quedado los particulares, porque en el museo, excepto tres
cráneos, lo demás se tiró a la basura. Como ven, no sólo los ediles monroyegos
se equivocan.
Diario HOY, 4 de septiembre de 1986
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