Dicen, yo no lo sé, que el empresario
que se quedó con la plaza de toros de Cáceres, mediante un contrato para
explotarla durante cuatro años, firmó con la propiedad el acuerdo de entregarle
un dinero en metálico en determinados plazos y el compromiso de dar un
determinado número de espectáculos taurinos consistentes en corridas y
novilladas a dar durante el tiempo que dure su contrato, pero sin especificar
el número que de unas y otras correspondían a cada uno de los años de los
cuatro que el contrato abarca. Ello quiere decir que cuando algún puntilloso de
los cumplimientos taurinos saca el tema a relucir diciendo que el empresario no
ha cumplido porque son muy pocos los espectáculos que ha dado a lo largo del
año, es la propiedad de la plaza la que sale al paso aclarando que el
compromiso es global, para los cuatro años, por lo que al no especificarse los
espectáculos anuales, el empresario está cumpliendo el contrato hasta que los
cuatro años acaban.
Meditando el asunto, uno
tiene que decir que el empresario tiene razón, porque mientras le quede un solo
año de contrato muy bien puede cumplir lo acordado aunque tenga que dar un
espectáculo taurino cada día. Dicho esto, paso a aplicar el asunto a lo
político y a cuenta de las elecciones que ya todos los grupos preparan con
promesas a cuatro años vista, para el que saliera elegido. Ojo con las
promesas, porque cuatro años dan mucho de sí, y a lo largo de ellos se olvida
lo prometido o se va acumulando para cumplirlo en el tiempo que falta,
dejándolo para el final, para luego olvidarse de ello, como en muchos aspectos
ha hecho la Administración socialista que ahora nos gobierna, con sus 800.000
puesto de trabajo, la salida de la OTAN, etc… a no ser que en los meses que les
faltan lo cumplan todo de golpe.
Diario
HOY, 1 de mayo de 1986
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