Vamos a tener una estatua en
Cáceres que representará la obra póstuma de Enrique Pérez Comendador. Me
refiero a la estatua que ahora está fundiendo Capa, el alumno predilecto el
fallecido escultor, que en realidad es obra nueva sacada de otras obras, de las
últimas que hizo el maestro que, por cierto, ha suscitado polémica puesto que
su instalación en determinado lugar quizás por una cabezonería, supondrá la
muerte de tres frondosos árboles a los que defienden los ecologistas.
Dejando esto aparte, volvamos
sobre la escasa, pero representativa, obra que de Enrique tiene Cáceres, la
capital de su tierra natal. Esta última puede considerarse la obra póstuma de
Pérez Comendador, ya que se emplean en ella los moldes de la estatua ecuestre
que hizo de Valdivia, pero sin la cabeza de éste sino con el vaciado de una
cabeza de Hernán Cortés que también dejó realizada el artista pero que, al
parecer, no se empleó nunca. De este modo, y aunque puede considerarse con un “puzzle”, tendremos la última estatua
—póstuma por nacer tras de haber él muerto— de Enrique Pérez Comendador.
Pero tenemos, además, otras
dos estatuas que con ésta pueden marcar una síntesis importante del arte de
Enrique Pérez Comendador a lo largo de su vida. El “Gabriel y Galán” que figura en el Paseo de Cánovas fue una estatua
realizada en plena juventud, por los años veinte, que indica en potencia los
futuros valores del escultor. Su obra de madurez es, sin duda, el “San Pedro de Alcántara” que realizó por
los años sesenta y figura en la esquina de la Concatedral de Santa María que,
además, en su rostro es un autorretrato y, finalmente, la obra póstuma a la que
nos hemos referido, la estatua ecuestre de Hernán Cortés, cuya fundición debe
estar a punto de concluir.
En cuanto a la polémica de
los árboles yo estoy seguro que de vivir Enrique Pérez Comendador hubiera sido
el primero en oponerse a que se arrancaran.
Diario
HOY, 9 de abril de 1986
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