Confiesa nuestro alcalde, con toda sinceridad, que no tiene solución a
corto plazo para evitar la proliferación de mendigos callejeros. Y no es que no
haya sentido inquietud por el tema, ya que hace tiempo encargó, mediante
concurso, a unos sociólogos un estudio sobre el asunto y suponemos que lo que
el alcalde esperaba es que el estudio aportara alguna solución para paliar el
problema. El estudio se hizo, y las soluciones que propone son de “Pero Grullo”, pero tampoco aplicable al
tema y al momento, que uno acaba pensando que lo mejor era no haber gastado
tiempo y dinero en dicho estudio. Para que se den una idea, diremos que entre
ellas figura el proporcionarles puestos de trabajo, viviendas y escuelas a los
mendigos y a sus hijos. Es, sin duda, la solución ideal, pero no la posible en
esos momentos para un Ayuntamiento que tiene un censo de parados (no mendigos)
importante, muchos de cuyos vecinos (no mendigos) carecen de viviendas y muchos
de los hijos de éstos de puestos escolares adecuados. Igual podría haber dicho
el estudio que se les proporcionara coche y chalet a los mendigos y no hubiera
dicho ninguna tontería, si todo ello lo miramos bajo el prisma de los ideales y
no de las realidades, que era lo que el dicho estudio debería haber
contemplado.
Hoy día tenemos muchas cosas así, en las que se gasta dinero a manos
llenas pero que luego no sirven para nada. Yo diría que estamos malgastando la
experiencia que se acumuló en generaciones anteriores y, por ignorancia o por
orgullo (que sería peor) no queremos aplicarla Peores momentos que los de ahora
se pasaron (aquí en Cáceres) en la posguerra y en los llamados años del hambre.
Todavía creo que haya muchas personas vivas que se acuerden de todo
aquello y de cómo se palió, en lo que se pudo, hasta que llegó el momento de “las vacas gordas”.
Diario HOY, 12 de octubre de 1986
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