Nuestro agradecimiento a los promotores de obras es grande, porque
suponemos que ellos proporcionan una serie de puestos de trabajo que vienen a
aliviar el mucho paro que existe y todos asumimos la parte que nos corresponde
de sufrir en silencio las muchas molestias que las obras nos dan, simplemente
por eso de que proporcionan algún puesto de trabajo a alguno de nuestros semejantes
en paro. Esto debe saberlo mejor que nadie Miguel Ángel Rubio, concejal
encargado de las obras, y él suele hacer la vista gorda a mucho de lo que puede
suponer abusos de esos promotores. Pero pienso yo que los promotores “se lo tienen muy creído” (como suele
decirse) y como si les das el pie se toman la mano (por seguir con los
refranes) lejos de poner el cartel de “Perdonen
las molestias”, que hay que reconocer que está muy manido, lo que hacen es
simplemente abusar cada día más y nos tienen las calles, las aceras y los
alrededores de las obras hechas un verdadero asco, sin que nadie de los que
puede llamarlas al orden por los abusos, se le ocurra mover un solo dedo para
evitarlo.
Ya la cosa ha llegado a tanto, que cualquier maestrillo de obra,
cualquier Pepe Gotera u Otilio, encargado
de hacer un agujerito para poner un tubo, te tira media calle y amontona
material en las dos aceras, sin pensar que molesta al peatón, que paga sus
impuestos, por tener derecho a calles limpias y transitables y encima monta en
cólera si se le dice lo más mínimo. Ejemplos hay muchos, pero entre todos, la
obra que más “bula” tiene es sin duda
la del Edificio Cánovas (la que hay por encima del Coliseum) que, desde el
primer día, ha invadido todo el acerado, carga y descarga sus camiones a
cualquier hora, ocupando calzada y acera, sin protección ninguna para el
peatón, y tiene sus entornos intransitables. Uno acaba preguntándose qué da esa
obra a cambio para que los de la disciplina urbanística estén tan callados.
Diario HOY, 4 de noviembre de 1986
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