lunes, 22 de enero de 2018

Las razones del loco


Yo no sé si conocen ustedes el viejo chiste que cuenta que, visitando una persona un manicomio, el director del mismo le explicaba las manías de cada interno y, enseñándole un cajón con paja que había en un rincón, le decía “Este es el lugar de un pobrecito que se cree una gallina que está a punto de poner un huevo y se pasa el día cacareando”. “¿Y cómo no le quitan ustedes el cajón?”, preguntó el visitante, a lo que el director del centro respondió; “¿Y si pone el huevo?”.
Pues bien, a mí me parece que razones de este tipo son las que juegan en las elecciones, o en los resultados imprevistos de las mismas. Digo esto porque para mí, la meditación más sabrosa es la que se hace a la vista de los resultados de las elecciones y no antes y a veces, a mucha parte del programa salido de nuestro presidente del Gobierno, me decía lo mismo que el director del manicomio: “¿Y si lo reduce?; con lo que queda demostrado que los españoles tenemos mucho de ingenuos, o estamos poco acostumbrados a saber que las promesas electorales no comprometen a nada, o nos falta mucho rodaje en todo esto de la democracia. Porque para hablar claro, las promesas hay que tomarlas de quien vienen y del momento en que se hacen. Por ejemplo, si Felipe González promete la creación de 800.000 puestos de trabajo (cosa que prudentemente no ha repetido en esta ocasión y así y todo ha sacado 8 millones de votos) la cosa es para ponerla en duda, por las circunstancias anteriores, pero si la prometiera Ruiz Mateos, aún siendo un perseguido, la cosa sí tendría más visos de realidad. Pues bien, a mi juicio, a esas distinciones no hemos llegado aún los españoles.
Diario HOY, 24 de junio de 1986

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