Me preocupa a mi
personalmente, y creo que a muchas personas más, de las que formamos nuestro
pueblo, las respuestas desproporcionadas que se nos da para muchas de las cosas
que tenemos entre manos y que hemos de resolver pacífica y democráticamente,
porque nuestros representantes —los de ahora y los que se elijan del mismo
modo— los hemos elegido nosotros en democracia y hemos de esperar que con la
Constitución en una mano y la democracia en la otra nos respondan a nuestras
dudas y a nuestras aspiraciones —de manera informada por esas dos fuentes de
que hablamos— y del mismo modo, cualquier petición que como pueblo hagamos
deberá estar también dentro de esos cauces.
Viene esto a cuenta de la
desaforada respuesta que, con amenaza de incoación de expediente, dio la Junta
de Extremadura a los cazadores cacereños, reunidos en asamblea para protestar
de aspectos legales de la caza y de la actuación de quien los lleva, basándose
en que había presuntos indicios de manipulación por parte de la Federación que
los representa. Pues bien, aún así —aunque los hubiera habido— no puede
responderse con la amenaza por una simple sospecha, de una actuación que está
dentro de las más estrictas normas constitucionales y democráticas que nos
amparan. Lo de la Junta parecía una rabieta para defender a un director general
que, según los cazadores a los que rige, lo viene haciendo muy mal. Si a los
cazadores se los priva de opinar la gestión del que rige su deporte, lo que se
está haciendo es cualquier cosa pero no democracia.
Desde luego ahora hay cosas
que no se explican, como por ejemplo, a un representante de “Adenex” en una manifestación en la que
en una pancarta se pide “goma-2 para
Almaraz”. ¿A qué carta nos quedamos?, ¿a la democracia pacífica o a la de
las medidas drásticas?.
Diario
HOY, 27 de mayo de 1986
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