Ahora todo hay que tratarlo
bajo un punto de vista electoralista. Ya dije en una ocasión que los políticos
aspirantes a sillón y prebenda, de cualquier partido —que esto importa menos—
se suelen “poner de dulce” en estas
fechas que preceden a las campañas electorales, siendo simpáticos con todo el
mundo, besando niños, interesándose por la salud de familias ajenas, que
normalmente les importan un pimiento, y solicitando de forma más o menos
directa el posible voto para él y los que con él forman las listas.
Por lo dicho, extrañaba el
abandono en que nos ha dejado la feria que está a punto de comenzar, los
encargados de organizarla Primero, con la supresión del concurso hípico,
festejo muy popular en Cáceres donde lleva 40 años celebrándose precisamente en
mayo; más tarde fue el “suspense”
alrededor de la posible no celebración de ningún espectáculo taurino. Había,
por otra parte, el tira y afloja de si se suprimía la feria de septiembre, para
incrementar ésta (dígame usted cómo, a la vista del programa) y la decisión
posterior de mantenerla. En fin, que entre desganas, tiras y aflojas, aunque no
hubiera intenciones electoralistas de echarse unos a otros las culpas de ser
los autores de la supresión, lo cierto y verdad es que el programa se había
quedado sin hípica, sin toros y sin nada interesante, de verdadera pena. Por
eso me creo que lo que ha sucedido es que el alcalde, Veiga y algún otro edil,
ha recapacitado en el sentido de pensar: “Oye,
si a lo peor esta es la última feria que hacemos… ¿por qué la vamos a a hacer
tan mala?.”
Diario
HOY, 26 de mayo de 1986
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