Una vez más, el alcalde de Plasencia y diputado provincial, José Luis
Mariño Roco, ha demostrado su sensatez, su cordura y su sentido común que, al
decir de un viejo profesor mío, “es el
menos común de todos los sentidos”, y lo ha hecho en el Pleno de la
Diputación de días pasados, cuando se “juzgaba”
la sanción al ingeniero y funcionario, que es además presidente local de
Alianza Popular, Luis Canalejo Mateo. Mariño “echó la filípica” al grupo socialista que presumía de haberlo juzgado
asépticamente y salió como funcionario, desligando toda la implicación política
de ellos y de él. “El hombre es él y sus
circunstancias —diría Mariño con Ortega— y no puede desligarse una de otra”. También les dijo que no podían
ser jueces y parte, porque la Comisión de Gobierno que lo juzgó está integrada
toda por socialistas. ¿Qué podría haberse hecho? Desde luego haber tenido más
prudencia en este caso o si había delito —que no fuera el de ser de otro partido—
nombrar para juzgarlo a alguien que no fuera de partido ninguno, y mucho menos
del contrario.
Tampoco se libró de “la filípica”
de Mariño el grupo popular al que echó en cara la falta de prudencia política
al traer el asunto a un pleno público. Aunque en este punto yo no esté del todo
de acuerdo con Mariño, porque sin entrar en implicaciones de quién tiene la
razón, si en realidad se es minoría y se cree firmemente que se está cometiendo
un abuso de poder con un hombre de las mismas ideas políticas, por el solo
hecho de tenerlas, este asunto hay que airearlo, aunque se sepa que no se
ganará, para que la gente lo conozca, razón por la que se trae al Pleno. Los
tribunales serán los que digan la última palabra. Pero lo que queda en
interrogante y nadie aclaró de forma rotunda es si el funcionario es o no culpable
como para una sanción de este tipo.
Diario HOY, 1 de diciembre de 1985
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