La fotografía es del funeral celebrado en 1975 |
El de ayer fue más bien un día para la meditación, también aquí en lo
local, donde se celebraron, sin que hubiera las traumáticas tensiones que al
principio, misas en sufragio de Franco y José Antonio a las que asistieron los
cacereños que en uso de su libertad democrática, siguen teniendo un grato
recuerdo para aquellos hombres que —quiérase o no— son parte integrante ya de
la gran historia de España. Tras de diez años de la muerte de Franco, creo que
los españoles en general y los cacereños en particular sabemos enfrentar el
futuro sin los miedos que aquel 20 de noviembre de hace diez años, surgieron en
los dos bandos. También aquí, en Cáceres, hubo de todo al conocerse la noticia:
dolor en algunos, miedo e incertidumbre en otros y alegría —todavía sin
quererla manifestar públicamente— en algunos más.
Recuerdo que, como periodista, me di una vuelta por los sitios
oficiales. Era gobernador civil entonces Valentín Gutiérrez Durán, que no
disimulaba su desolación y su pena por la muerte del Caudillo, y a darle a él
el pésame para que lo transmitiera, acudieron muchos cacereños que ahora
presumen de “rojos” de toda la vida.
No digo que esto sea malo, pero me parece poco serio, porque yo admito que los
hombres pueden evolucionar en sus ideas pero no apuntarse a todo aquello de lo
que se pueda sacar algo, siendo algo así como la nata que flota en todos los caldos.
Pienso yo que, más que los políticos, las gentes del pueblo, el hombre de a
pie, fue el que más presencia de ánimo tuvo y surgió la frase aquella de “aquí no pasa nada”, y no pasó.
Enjuiciados aquellos momentos a diez años vista, nos parecen muchas de aquellas
actitudes, hoy día, ridículas o fuera de lugar, pero superadas a Dios gracias.
Ojalá estos diez años hayan servido para convertir en uno solo aquellos dos
bandos de entonces.
Diario HOY, 21 de noviembre de 1985
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