Ahora que se va definitivamente —al menos por cuatro años— y nadie
puede tildarme de que busque una prebenda, tengo que decir que nuestro actual
alcalde, Manuel Domínguez Lucero, es digno de pasar a la “galería” de buenos alcaldes de Cáceres por su obra y su dedicación.
Al decir “galería de alcaldes”
quiero no referirme sólo a la de las fotografías del palacio municipal en la
que están todos los que por allí pasaron y donde es lógico figure, si no a la “orla”, o sea, a esa en la que sólo
tienen cabida los alcaldes excepcionales, esas que provocan el que se les ponga
a su nombre, como un recuerdo un poco más duradero, una calle o una plaza, la “galería de orlas”, que ocupan, al menos
en la mente de los cacereños de buena voluntad y de cualquier color, alcaldes
excepcionales como Antonio Canales, Alfonso Díaz de Bustamante, y muy pocos más.
El caso de Manuel Domínguez Lucero fue un caso curioso, porque a él le
pasó con la Alcaldía un poco lo que le pasó a Moretón con la concejalía, o sea,
que fue alcalde por “la baja” del
alcalde existente. Elegido sí, pero cuando causó baja Luis González Cascos, con
lo que queremos decir que su gestión ha sido más corta que la de otros alcaldes
elegidos desde el primer momento.
Parecía que a aquel muchachito joven que era Manolo Domínguez, en
aquel entonces se le elegía un poco como “rueda
de repuesto” del grupo de UCD, sin esperar gran cosa de él, como se suele
esperar de los sustitutos, y la sorpresa de esa gestión de tres años escasos ha
sido mayúscula, porque desde los primeros momentos se afianzó como una persona
de valía que comenzó a enderezar un Ayuntamiento que era difícil gobernar. “Le falta rodaje”, era lo más que podían
decir los que de algún modo le combatieron al principio, pero llegó el rodaje
—porque esa es una cuestión que se cura con el tiempo cuando hay madera— y ya
no hubo nada que decir, sino tratar de
seguir el ritmo acelerado que él supo imprimir a la gestión municipal,
asombrosa para sólo tres años. No digo yo que la haya hecho solo, pero él ha
sabido ser el aglutinante de ella, y hasta entusiasmar en esa labor a los
diversos grupos.
Esta es mi opinión totalmente desinteresada y dicha ahora que se va,
pero que creo que tenemos que reconocer todos, aunque a algunos les pese
reconocerlo.
Diario HOY, 18 de mayo de 1983
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