El programa televisivo “300
millones” emitió el martes su último número y parece ser que se marcha sin
pena ni gloria y sin que Televisión Española haya pensado en un programa que
venga a sustituir el hueco que ese, bien o mal, venía cubriendo al aunar una
escucha de hispanoparlantes de más de una veintena de naciones que siguen
manteniendo vivo, y de milagro en algunas ocasiones, la raíz cultural española.
Yo no quiero entrar en la calidad o no del programa, sino más bien en
que, bueno o malo, era una cita española a las gentes de su raíz cultural, era
una presencia, quizás la única de tan amplia escucha y trascendencia, de la que
los propios españoles no nos damos cuenta, porque —al menos en las altas
esferas— seguimos de espaldas a nuestro mundo hispánico. Y ello sucede
precisamente cuando estamos de cara a uno de los centenarios del
descubrimiento.
Da la casualidad de que aquí en Cáceres, por unas razones similares,
nos preocupamos de estas cosas y, en esto de la atención a nuestro mundo
hispánico, sabemos que nuestra nación ha dado, como suele decirse, “arranques de caballo andaluz y paradas de
borrico manchego”, y este suprimir este programa cuando comienza a tener
penetración en un mundo del que nunca nos preocupamos —aunque sea el nuestro—
nos parece al menos una “parada de
borrico manchego”. Ello sin entrar en los costos o no de realización del
mismo, ni descender a otros detalles. Existe una rentabilidad cultural y
creemos que ella quedará lesionada de momento.
Algo similar pasó en Cáceres con la supresión de los famosos “Festivales Folklóricos Hispanoamericanos”,
que por una razón de economía se suprimieron cuando en toda Hispanoamérica —y
somos testigos de ello— comenzaban a ser famosos, sin que se haya logrado después
una muestra —ni en Cáceres ni en ningún lado— de tan amplia trascendencia como
tuviera aquélla.
Recordemos que aquéllos se organizaban por el Instituto de Cultura
Hispánica, cuando era director del mismo —y esto se ha dicho muy pocas veces— Blas
Piñar. Todo aquello era anterior a la aventura política que después tuvo como líder
de “Fuerza Nueva” y en la que no entramos,
aunque tengamos que reconocer que como director de tal Instituto, al menos en
lo que atañe a estos festivales, supo hacerlo bien.
Más cosas podríamos decir en cuanto a la suspensión de “300 millones”, pero con lo indicado hay
más que suficiente por ahora. El tiempo nos dará o no la razón.
Diario HOY, 24 de marzo de 1983
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