Quizás de la historia próxima de Cáceres es de las que sabemos menos
los actuales cacereños. Es la historia esa de una treintena de años a esta
parte que, por estimar es sabida de todos, es la más olvidada. Dentro de ella
están la vida e historia de algunas de nuestras barriadas que fue entonces, más
o menos, cuando surgieron y de la que no sé si las asociaciones de vecinos se
han ocupado, ya que es su propia historia, pero de la que, al menos en lo que
yo sepa y recuerde, voy a tratar de ocuparme por estimar que también nuestras
barriadas tienen su propia historia y son tan dignas de tenerse en cuenta como
en propio centro, o la Ciudad Monumental.
Tan Cáceres es el centro como las barriadas y, un poco brindado a esas
asociaciones de vecinos, vamos a ocuparnos hoy de cómo surgió alguna de estas
ya populosas barriadas de nuestra capital.
Ahora acaban de cumplirse los treinta años de la iniciación de la que
hoy se llama “Barriada de Llopis Ivorra”,
o “Barriadas unidas”, ya que son
varias las que se integran en la actual asociación de vecinos. Hace treinta
años, por lo que hoy es el Carneril, Dehesa de los Caballos y Espíritu Santo, no había más que el terreno
del Calerizo. Unos hornos de cal y algunas humildes viviendas de los servidores
de estos hornos.
Por aquel entonces se acababa de construir el estadio de la Ciudad
Deportiva, y en unos huecos abovedados, que sustentaban las gradas del mismo y
que daban a lo que hoy es Campo Hípico de la misma y entonces era simplemente
campo, se instalaron familias humildes que no tenían casas y que vivían allí
hacinadas y en la indigencia. Esto movió los buenos sentimientos del párroco de
San Mateo, don Santiago Gaspar, ya que eran feligreses de su parroquia, y se
propuso recabar fondos para hacerles unas casitas a las que pudieran
trasladarse. La obra, iniciada por él, la continuó el coadjutor de la
parroquia, don Emeterio Hierro, que logró rematar y entregar las primeras 40
casas en las que se albergaron estas familias compuestas en total por unas 200
personas. Tan es así, que a aquellas primeras viviendas se las conoció como “Casas de don Emeterio”. Llegado a
Cáceres el obispo don Manuel Llopis Ivorra, tomó sobre sí el continuar estas
edificaciones, pero ya de una forma más ordenada, para lo que creó una
promotora de viviendas. Así, sin
descender a más detalles, surgió la actual y populosa barriada que lleva ahora
el nombre del obispo, pero que tuvieron su origen en aquellas primeras 40
viviendas.
Diario HOY, 26 de marzo de 1983
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