El tema de la “desfenestración”
del alcalde, Domínguez Lucero, de las listas de A.P. sigue en candelero, y como
decíamos en alguna otra de estas “ventanas”,
como un serial del que se habla cada día y del que no sabemos hasta cuándo se
seguirá hablando, porque parece ser que nadie quiere enterrar el “hacha de la guerra” y tanto el
interesado como los, más o menos, implicados en él continúan con el tema al que
no acaba de vérsele punto final, cuando, sobre todo ya no existe una corrección
posible que complazca a alguno, ni hay forma de que don Manuel Domínguez,
vuelva a esa lista o alguna otra, porque la legislación es así, los plazos
pasaron, y no puede corregirse.
Pero hay algo que no se ha dicho, aunque la calle se lo pregunta: ¿A
quién beneficia el tema y la continuación del mismo? A nuestro modo de ver, y
esta es una opinión particular, creemos que no beneficia a nadie, aunque esto
no quite para que cada cual intente sacar tajada del mismo.
En cuanto a A.P., la cosa bien o mal hecha, ya es irreversible por
mucho que los comités locales o provinciales sigan dándole vueltas y aún exijan
responsabilidades a quien sea. Por parte del interesado puede que como “derecho al pataleo” quepa el continuar
en el tema por aquello —que vemos muy problemático— de arrancar dimisiones de
la lista presentada y hasta conseguir que no se presente, con lo que sin beneficio
para él, tampoco lograría beneficio alguno el propio A.P.
Los más beneficiados serían los partidos de la izquierda, por lo que
puedan suponer división en la derecha todas estas disquisiciones. Beneficio
que, todo hay que decirlo, le dan hecho sin que ellos lo hayan buscado, y como
quien dice, se les viene gratuitamente a las manos.
También pueden sacar beneficios electorales las listas de los
independientes y la propia Extremadura Unida, por aquello de que muchos votos
rebotados de A.P., puedan venirse a sus listas… Y todo ello aparte de esos
ofrecimientos a posteriori que tanto Juan Bazaga como Pedro Cañada han hecho
para que Domínguez Lucero figure en sus listas, cuando sabían que legalmente ya
no era posible. Desde luego los que no sacan ningún beneficio de lo sucedido
son los de A.P. ni aun Domínguez Lucero, que ya no tiene más que enfrentar los
hechos y aguantarse con ellos, a menos que piense aquello de: “tras de mí, el diluvio”.
Diario HOY, 9 de abril de 1983
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