(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Algunas de nuestras calles tienen nombres relativamente nuevos, pero
las gentes las siguen conociendo por los antiguos nombres y, por mucho que se
los varíe, así seguirá siendo. Podríamos poner como ejemplo la calle Pintores,
que ha tenido infinidad de nombres nuevos pero a la que los cacereños seguirán
conociendo por calle Pintores.
En este sentido existe otra curiosidad cual es que aunque se sabe, más
o menos de dónde procede el nombre nuevo, no suele saberse a veces la
procedencia del antiguo. Algunas son gremiales como “Pintores”, “Caleros”,
etc., pero otras no tienen tan clara procedencia.
Esto sucede en la llamada hoy calle de Donoso Cortés, pero a la que
los cacereños tradicionales siguen llamando calle Grajas y calle de las Grajas.
Pues bien, vamos a referirnos hoy al origen de esta designación. Se debe ella a
que en 1490 —ya ha llovido desde entonces— asentó en Cáceres una familia de
apellido Grajos, toda ella de escribanos, siendo el primero Gregorio Grajos, heredando
de él el apellido y la profesión su hijo Pedro Grajos, conocido por “El Viejo”, que tuvo un hermano cura y
muchas hermanas a las que popularmente se conocía aquí como “Las Grajas”, de las que tomó el nombre
la calle, ya que en ella tuvieron vivienda. Este apellido, que fue muy cacereño
durante siglos, se ha perdido en la actualidad, al menos en la escena local.
Mayores interrogantes suscita otra designación de calle, como es la
actual de Pizarro, que popularmente se conoce por calle de Solana, y también
por calle de las Solanas, con lo que no llega a saberse si el viejo nombre —que
aún persiste— se debe a que en sus portales, donde antiguamente se hacía vida,
da de lleno el sol, o bien a que en ella vivió, allá por 1678, un cura párroco
de San Juan, que se conoció como el licenciado don Benito Jiménez Solana, cuyos
familiares, conocidos por “Los Solanas”,
vivieron también en dicha calle.
Como ven, el asunto no tiene mayores trascendencias, pero por saber
que hay muchos cacereños a los que gusta conocer el origen del nombre de sus
calles, lo recogemos, ya que tras habernos referido en otras ventanas al origen
del nombre de otras calles, recibimos cartas en este sentido que iremos
atendiendo según podamos y sepamos. La promesa queda hecha.
Diario HOY, 7 de mayo de 1983
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