Yo, qué quieren que les diga, me alegro del equilibrio con que van a
quedar las cosas en el Ayuntamiento de Cáceres, y digo esto sabiendo que no es
moda el decirlo. Por un lado mis amigos socialistas —y ayer me lo decía uno de
ellos— dicen que les hubiera gustado más sacar la mayoría absoluta porque ahora
no van a poder gobernar el Ayuntamiento de Cáceres con la política de su
partido.
En el mismo sentido se me ha manifestado algún que otro amigo de la
Coalición Popular, que también me decía que mejor hubieran quedado las cosas si
hubieran alcanzado esa mayoría los de su partido porque ahora el entendimiento
en los asuntos municipales va a ser más difícil al tener que contar con todos
los grupos.
Pues bien, parte de las dificultades que todo ello supone, aun en la
elección de alcalde, primer escollo que se presenta, pienso que ese equilibrio
es bueno para la democracia, que es sin duda lo que más interesa.
No quiero entrar en los pactos de que se habla se están trazando para
la elección de alcaldes. Pienso que muchos son exagerados y que cada cual
arrimará el ascua a la sardina de su partido y hasta que es difícil llegar a
ellos. Puede que tengamos alcalde socialista que, según algunos, sería lo más
lógico por haber sido éste el partido más votado, y puede también que lo
tengamos de AP si esos acuerdos de que se habla se producen. Pero de un modo u
otro, aunque sea Juan Iglesias Marcelo el que salga o lo sea José Manuel García
Agúndez, tendrán que “templar esas gaitas
democráticas” en su gestión, que son las minorías con las que deberán estar
de acuerdo a lo largo de todo su mandato, lo que a mi modo de ver garantiza el
que ningún partido podrá ejercer una dictadura democrática, que es el peligro
que se cierne sobre otros estamentos administrativos, donde, por ejemplo, los
socialistas han alcanzado mayoría absoluta y por ella podrán hacer lo que les
convenga sin contar con nadie.
En el Ayuntamiento de Cáceres, a Dios gracias, el alcalde que salga
tendrá que contar con todos, lo que garantiza que todos y cada uno de los
grupos, aun minoritarios, son piezas claves durante los próximos cuatro años,
por lo que la única inspiración tendrá que ser el bien común de todo el
vecindario, que es más importante que la política de partido.
Diario HOY, 13 de mayo de 1983
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