Hay designaciones populares en Cáceres que corresponden a los años de
nuestra guerra civil —o incivil como la ha llamado alguien— que alguna gente
mayor sigue utilizando para determinados sitios, y que suelen sonar a chino a
las nuevas generaciones que, en muchas ocasiones no se las explica. Entre ellas
podríamos señalar un sitio edificado ya, pero al que muchos cacereños siguen
llamando: “La cerca de los cañones”.
Esta cerca era un amplio cercado que abarcaba toda la manzana de casas
de los números pares de Avenida de España, que entonces estaba sin edificar y
cuya esquina llegaba a lo que hoy ocupa “La
Voz de Extremadura”, inmueble que fue el primero que se hizo en ella,
siendo promotor del edificio el profesor don Higinio Bullón —padre del actual
director de Agricultura de Cáceres—.
Bien, todo aquello era en aquel entonces campo, ya que se trataba de
un cercado propiedad de la familia Sánchez que creo tenían vacas en él. Durante
la guerra, y tras el único y sangriento bombardeo que sufrió nuestra ciudad en
ella, en el que murieron una treintena de personas, se montaron en dicho lugar
unas baterías de cañones antiaéreos, con sus correspondientes “blocaos” y refugios. Como daba la
casualidad que aquello era lo más próximo a la ciudad, muchos de los niños de
aquel entonces iban a jugar alrededor de dichos cañones y por “cerca de los cañones” acabó conociéndolo
todo el mundo.
No fueron estas las únicas baterías que se montaron en Cáceres, ya que
en la cerca del Amparo, camino de la Montaña, se montaron también cañones antiaéreos,
como se montaron, desde el principio de la guerra, en el antiguo campo de
aviación, pero el nombre quedó en ese cercado y no en los demás, por esos
caprichos populares de designación.
Otro lugar con nombre de reminiscencias guerreras, aunque ahora nadie
lo identifica como tal, es el del comercio “del
Requeté”, al que se llamó así porque en el edificio que ahora ocupa tal
comercio existió durante la guerra un cuartel de tropas requetés, de cuyo
recuerdo solo queda ahora el nombre, que le dio entonces el pueblo y que ahora
sigue dándole, aunque tal comercio ni se llamó ni se llama así oficialmente,
pero el pueblo tiene estos caprichos, porque hasta se da el caso de que tras de
ser cuartel el edificio, el primer negocio que se montó en el mismo fue una
cafetería propiedad de Lorenzo Cordero, que creo se llamó “Colón”. Cordero hizo el traspaso del inmueble a don Getulio Hernández,
que fue el que puso el comercio al que aludimos, teniendo que decir, como
aclaración, que ni Lorenzo ni don Getulio, tuvieron en ningún momento ideología
carlista, aunque en el inmueble quedara el nombre.
Diario HOY, 28 de abril de 1983
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