(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Siempre que se celebra una vuelta ciclista a España sucede el mismo
fenómeno de promoción de bicicleta entre jóvenes y menos jóvenes. No sé si
ustedes lo han observado, pero a raíz de un acontecimiento deportivo de este
tipo crece la afición por la bicicleta y supongo que la venta de ellas.
Pero este no es un fenómeno actual que pueda achacarse a la mayor
difusión que la televisión le ha dado a “la
vuelta”, sino que ha sido fenómeno de todos los tiempos.
Recuerdo que en el Cáceres de mi infancia, cuando no había televisión,
solía suceder igual, bien porque varias “vueltas”
pasaron por aquí o porque los jóvenes y niños estábamos pendientes de los
incidentes de esta prueba deportiva por los periódicos de entonces.
Es más, pienso que ello fue consecuencia de que en Cáceres hubiera de
antiguo muy buenos ciclistas, que fueron punteros al menos en el deporte
regional. Nuestros ídolos nacionales eran entonces Cañardó, Trueba y más tarde
Bahamontes, sin olvidar a Mula, que era el farolillo rojo de las “vueltas” de entonces, cosa que tenía a
gala y del que se contaban numerosas anécdotas.
En lo local, y por recordar sólo a los antiguos, citemos a un
magnífico “routier” como fue Pepe
García Lozano y un poco más jóvenes que él, Faustino Gijón, que además era un
habilidoso con la bicicleta —tuvo un taller dedicado a ellas—, así como a
Ricardo Vila.
Este último llegó a correr alguna de las “vueltas” nacionales en las que no llegó a hacer buen papel del todo
por su mala suerte, ya que facultades le sobraban. Vila era un hombre de una
gran fortaleza, pero si se escapaba un cubo con agua —tirado con idea de
refrescarle—, le descabalgaba de la bicicleta; si había pinchazos, él se llevaba
la mayor parte de ellos. En fin, que no tenía suerte, y hasta su enorme
fortaleza era un inconveniente porque tenía que correr con bicicletas
reforzadas de mayor peso, ya que las otras solía destrozarlas. No obstante, él
fue nuestro ídolo dentro del ciclismo y pienso que hasta hubiera sido alguien
destacado en el ciclismo nacional con mejor suerte y mejor equipo a su
alrededor, porque entonces todo era improvisado.
No voy a referirme a otros ídolos posteriores, como Hormigo, pero sí
destacar que siempre hubo aquí ciclismo de solera.
Diario HOY, 12 de mayo de 1983
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