Las erratas de los medios informativos, que siempre son involuntarias,
a veces provocan la carcajada del lector o del oyente, porque tanto los medios
escritos como los hablados caemos en ellas, aunque en estos últimos sea más difícil
demostrarlo por aquello de no quedar escritas más que en el aire. Uno ha sido
también hombre de radio y recuerda algunas radiofónicas, dignas de recordarse
sin acritud, para que vean que en todos los medios se cuecen habas.
Ignacio Mateo Martín, a la sazón locutor del Caudillo, retransmitía
uno de los primeros conciertos desde la Plaza de Oriente, por Radio Nacional.
Tras mucho esperar a los músicos, que no acababan de comparecer, los vio
aparecer al fin y, como una liberación, dijo: “…Y ahora, señores oyentes, suben a la tribuna los profesores de la
Sinfónica con los instrumentos en la mano”. Hizo una pausa y agregó: “Entiéndase, instrumentos musicales”. La
aclaración le valió el cesar durante un año como locutor del Caudillo.
Otra del mismo tipo, y del mismo locutor, fue en unas retransmisiones
de preparación del concilio Vaticano II que se daban en siesta y que se
anunciaban como “disquisiciones litúrgicas,
por el reverendo señor don Bernardino Antón Ortiz”. El locutor, despistado,
anunció: “Disquisiciones letárgicas, por
el berrendo señor don Bombardino Antón Martín”. Ni que decir tiene que el
trabalenguas del juego de palabras produjo la lógica risa en la escucha.
En lo local, yo recuerdo alguna, como por ejemplo la de la retransmisión
del acto de imposición de la primera piedra de las primeras viviendas
protegidas de Cáceres, que retransmitió Radio Falange. La autoridad que procedió
a hacerlo era el célebre capitán Luna, entonces todo un personaje nacional, que
no se contentó con presidir, sino que tomó las herramientas y materialmente
intervino en ello. El locutor, tomado de improviso, dijo: “…Y ahora, señores oyentes, el capitán Luna hinca el pico…”, con lo
que pueden darse idea de la carcajada de los oyentes.
Pues bien, recientemente, y también como error involuntario, nuestras
emisoras hacen propaganda del Estatuto de
Autonomía, pero lo más curioso es que, en alguna ocasión, la música de
fondo es el conocido tango titulado: “Y
todo a media luz”, con lo que la gente viene sacando punta al caso que,
estimamos, es involuntario, aunque sea jocoso para muchos. En fin, amigos, que
el mejor escribano echa un borrón.
Diario HOY, 6 de abril de 1983
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