También el panorama internacional suele preocupar a nuestros
convecinos, porque todos somos españoles y vamos en el mismo barco. De ahí que
a los de cualquier color, elecciones políticas aparte, les interese que los
gobiernos que tengamos lo hagan lo mejor posible, aunque su color no sea el de
sus preferencias. Todo esto hace comentar al hombre de la calle la repercusión
de nuestra política externa, porque la interna y los trapos sucios de ella los
lavamos entre nosotros, pero la otra nos da el índice de eficacia de los
representantes que, democráticamente —hay que reconocerlo—, nos hemos dado, y
ese índice parece indicarnos que en lo externo tampoco vamos por muy buen
camino, aún a pesar de las buenas palabras de nuestros líderes a escala
internacional.
Nuestro Fernando Morán se fue a ver a míster Pym y a la señora
Thatcher y por lo que aquí se nos dijo parecía que algo traería arreglado de
aquella visita. El que más y el que menos pensó que al menos el contencioso de
Gibraltar sufriría un giro de buena voluntad por parte inglesa, ya que nosotros
habíamos entreabierto la verja, etcétera, etcétera. Pues bien, la respuesta que
viene preocupando lógicamente a nuestro Gobierno y al resto de los españoles es
que los ingleses envían a la Roca su mejor flota de asalto, que por cierto
estuvo ya en las Malvinas con éxito. Ahora se instrumentan protestas a escala
internacional, pero al ciudadano de a pie nos queda la duda, y nos preguntamos
¿y qué le diría Morán a la Thatcher para que la respuesta fuera ésta?
No queda a mejor altura la reciente visita de nuestro presidente del
Gobierno al incordiante moro. Tras ella se dijo que muchas cosas se habían
arreglado y que el moro cambiaría de actitud, pero nada, resulta que se siguen
apresando barcos, se amplían a 222 las millas de la zona de seguridad del
Sahara, por parte marroquí, etcétera, etcétera. En fin, que si el hombre de la
calle entiende poco la actual política interna del Gobierno, entiende mucho
peor la externa. ¿Para qué han servido todas esas visitas, aún a pesar de las
declaraciones triunfalistas de nuestros líderes? Esta es pregunta que nos
hacemos todos, porque el hombre de a pie está muy sensibilizado también con
nuestros problemas externos y liga unas cosas y otras y se dice, con la
sencillez lógica de estas cosas: “Para
esos viajes no se necesitaban alforjas”, o lo que es lo mismo: “¡Que no salgan, por favor, que nos van a
poner la cosa peor que estaba!”. La calle lo dice y de ahí lo recogemos.
Diario HOY, 13 de abril de 1983
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