(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
De muy antiguo, en nuestra ciudad ha habido la costumbre de llamar a
muchos edificios por nombres propios basados en alguna característica
arquitectónica, otras al nombre o mote de su promotor o de alguno de los que en
ella moraron y también a la función que el edificio solía tener, aunque a veces
transformada popularmente como pudiera ser el caso de la llamada “Casa de la Perra Gorda”, nombre por el
que se sigue conociendo el antiguo INP, actual Instituto Nacional de la
Seguridad Social.
Esta práctica es antiquísima, y sin referirnos a los palacios
interiores de la ciudad monumental, que suelen tener el nombre de las familias
que lo habitaron ya de antiguo, en los de fuera de murallas había algunos
realmente raros, como “La Casa de los
Trucos”, de la que Publio Hurtado dice que seguramente se debía a tener un
pasadizo disimulado, o truco, en una de sus habitaciones para escapar de él.
Otro de características similares, sin que se sepa el origen del nombre, es uno
de los existentes en la calle Peña, llamado “Casa de las Culebras”, del que se dice que podía partir de haber
llamado así a sus propietarias antiguas o a que se encontrara en él algún nido
de estos reptiles. No queremos hacer alusión a la “Casa de las Veletas”, de la que ya hemos hablado en otras ventanas
diciendo que se debió llamar de los “pináculos”,
que eran los que las gentes tomó por veletas.
Lo que sí es curioso es que la actual nomenclatura popular de los
edificios continúe la misma práctica antigua y para demostración de ello sólo
tenemos que recordar la “Casa de la
Chicuela”, o bien otro edificio cercano a ella llamada de varios modos: “Casa de los Picos”, “Casa Acordeón” y aun “Casa de las Esquinas”, por la forma
curiosa que tuvo el arquitecto de cuadrar el solar, adicionándole unas esquinas
que vuelan sobre el edificio.
La moderna construcción es más uniforme, y con menos personalidad, por
lo que parece ser que tiene menos singularidades, pero se da el caso de que
cuando las hay, el pueblo las detecta y pone “mote” al nuevo edificio. Una prueba de ello es el edificio reciente
que hay en Avenida España, dando también a Gómez Becerra, al que por la forma
de sus chimeneas se le ha dado en llamar “Casa
de los Pitos”, con lo que la tradición sigue.
Diario HOY, 2 de marzo de 1983
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