El tema sigue en la calle y es comentario general, aunque no tenga más
profundas implicaciones, Nos referimos al naufragio de “la barca” de Remedios Amaya en la televisión, sobre todo porque
—quiérase o no— muchos cacereños estuvimos pendientes de lo que sucedía en el
Festival de Eurovisión, como en otras ocasiones anteriores, por aquello de que,
nos importe o no la canción, hay una “honrilla”
patriótica en saber cómo se valora por ahí algo nuestro que nos representa.
Hemos de decir que ya que la gitana que nos representó es extremeña de
nacimiento, lo hemos sentido más por ella, que hizo lo que pudo y supo, sin que
la valoración de lo hecho pasara del “cero”
puntos para las demás naciones que escucharon lo de la “barca”.
Al modo de ver de muchos, el fracaso no es imputable a la cantante,
por lo que acabamos de decir, sino a quienes la embarcaron en una “barca” que hacía aguas. Uno no se acaba
de explicar cómo, tras las pasadas experiencias españolas en este tipo de
festivales, en los que se logró siempre un puesto más honroso, y alguna vez
alzarse con el festival, no se ha recurrido a los que tienen experiencia de
estas cosas, porque aquí, como en otras muchas, parece ser que quizás por
aquello del “cambio”, se ha querido
hacer “borrón y cuenta nueva” y
comenzar de cero —en cuanto a experiencia— y en cero nos hemos quedado.
Yo no sé si alguien le ha dicho a los que la seleccionaron que esa
canción es muy buena para una juerga gitana en el Albaicín —ponemos por caso— y
si los jurados de otras naciones hubieran estado en ese entorno, con unas
compas de más y saliendo a bailar en el “tablao”
flamenco —que es donde encaja la canción— la hubieran apreciado, pero sólo
para eso, no para tomar parte en un festival de la canción popular europea,
donde las canciones tienen un determinado corte o molde, con los que dicha canción
rompía. Pienso yo, que igual hubiera pasado si se lleva una canción de cante
jondo, que por muy buena que fuera para el corto número de entendidos de ese
cante, no habrían de entenderla en Europa… Es, si ustedes quieren, lo mismo que
le viene pasando a nuestro Fernando Morán, que como les canta “jondo” a las naciones que visita no le
entendieron, no porque él sea malo cantando, sino porque cada cante requiere su
entorno y esto muchos de nuestros dirigentes actuales —aunque sea de alto tan ligero
como la canción— no acaban de aprenderlo. Así de sencillo.
Diario HOY, 26 de abril de 1983
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