En Cáceres, el serial político ha venido a sustituir al serial
radiofónico y al televisivo a que tan aficionados somos todos. Hay que reconocer
que los seriales políticos que venimos viviendo aquí desde la iniciación de la
democracia son mucho más interesantes y vivos que los que nos ofrecen las
radios o las pantallas de nuestros televisores y hasta el pueblo, nuestro
pueblo, se interesa por ellos vivamente y aun quitan el protagonismo a las
series tan comentadas últimamente como las de “J.R.” o “Dinastía”, por
no remontarnos a las más antiguas de radio, como “Ama Rosa”, “María de los
Dolores o el Ángel de Sevilla” o los antiguos novelones por entregas que
tuvieron su momento en nuestros periódicos, como “Elisa, o un corazón de mujer” y tantos otros.
No sé si en otras provincias y capitales sucede lo mismo, pero en la
nuestra los seriales políticos se han puesto tan de moda que, momentáneamente, son
los que acaparan el comentario callejero de todo el mundo.
Además, hay la ventaja en estos de que los protagonistas son personas
de nuestro entorno a los que conocemos y que arrastran, lógicamente, más
simpatías que los personajes fingidos de los seriales normales.
Sin tratar de ofender a nadie, y aun sin entrar en el fondo de las
cuestiones que provocaron esta atracción general, hemos de recordar seriales
políticos ocurridos aquí que están en la mente de todos. ¿Qué me dicen del caso
de los 35.000 millones? (dicho sea sin ofender a nadie), o ¿qué me dicen del
tremendo capítulo de las dimisiones, si se aprobaba el trasvase, en el que,
capítulos después, resultó que no dimitió nadie? ¿Qué me dicen del más próximo
del Estatuto y el Defensor del Pueblo que aún sigue en candelero, sin que nadie
pueda suponer el final y el desenlace?
Ahora vivimos el de la candidatura de AP, con sus implicaciones, son
su malvado oculto; sufrimos con Domínguez Lucero, que cada día nos cuenta en
pequeñas dosis un capítulo más del serial, así como sus dolores, su búsqueda de
la verdad. Ayer era JR. (el nuestro, José Raimundo, que no tiene nada de malo),
el que convocó una “rueda”, para
ofrecer un nuevo enfoque de “la serie”.
Que nos se ofenda nadie, porque no se trata de minimizar el problema,
sino de darle un enfoque de humor, que también comienza a darle la gente de la
calle, aunque sólo sea por “quitarle
hierro” a lo sucedido. En fin, que entretenimientos no nos faltan.
Diario HOY, 7 de abril de 1983
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