Si Manuel Domínguez Lucero se presentara a las elecciones municipales
yo no hablaría de esto porque podría parecer una campaña electoral encubierta.
Pero como, por circunstancias ajenas a su voluntad, no se presenta, voy a
hablar de ello porque nadie me puede tildar de electoralismo.
Creo que uno de los aciertos del alcalde ha sido el mover y lograr que
se apruebe el proyecto técnico del aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor,
máxime cuando él no va a estar —para apuntarse el tanto— cuando dicho
aparcamiento se realice, si es que llega a realizarse. Aparte de esa buena
intención encomiable de dejar cosas en marcha en beneficio de la ciudad, aunque
otro se apunte el tanto, es digna de aplauso porque demuestra un cariño a la
ciudad de la que va a dejar de ser alcalde dentro de muy poco.
Pero hay más en cuanto a mencionado aparcamiento. El deseo de hacer un
aparcamiento subterráneo en la Plaza Mayor es una antigua aspiración cacereña
que vendría a resolver muchos problemas que ahora padecemos. Recuerdo que
siendo alcalde Alfonso Díaz de Bustamante para uno de los ayuntamientos que
presidió trajo resuelto el hacer mencionado aparcamiento, ya que una empresa lo
hacía por su cuenta —sin que Cáceres gastara un duro, como parece sucede
ahora—, y sólo pedía a cambio la explotación del mismo por un determinado
número de años para resarcirse del gasto. El proyecto se vio bien, pero a un
concejal de entonces se le ocurrió que en vez de esos años de explotación
deberían reducirse éstos a la mitad, con lo que la empresa, que tenía todo
medido y pensado, desistió del proyecto. Se dijo entonces que el subsuelo de la
plaza era de roca y esta empresa no hubiera seguido adelante, y se ha
demostrado ahora que tal cosa no es cierta, por lo que hay otra empresa
interesada en el proyecto.
Si a Cáceres no va a costarle un duro, ¿qué lo para? A nuestro juicio
no lo para más que el “apunte de tanto”
que la cosa puede llevar consigo. En el caso de Domínguez Lucero ya no cabe
pensar en un interés de “rentabilidad
política”, por lo que me parece más absurda la negación de algunos grupos a
que la cosa siga adelante y se remate. Los argumentos en contra de hacer
aparcamientos en otros sitios no tienen consistencia porque, si éste no nos
cuesta un duro, puede llevarse adelante éste y los otros proyectos y que los
inaugure quien sea, poniendo por delante aquello de “hágase el milagro y hágalo el diablo”.
La solución para esa zona de la ciudad es buena y es barata, aparte de
que la plaza quedaría mejor. No volvamos a caer en la negativa que cayó otro
concejal de Díaz de Bustamante.
Diario HOY, 22 de abril de 1983
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