(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
El primer cacereño que estudió, seria y científicamente, los posibles
abastecimientos de aguas a Cáceres, que ya preocupaban a finales de siglo pasado,
fue don Joaquín Castel, fundador de una farmacia que aún lleva su nombre y
persona de profunda formación científica. A tanto llegó su preocupación por
este tema, y por otros relacionados con el progreso de la ciudad que, a sus
propias expensas, publicó varios folletos que si hoy día están olvidados fueron
un verdadero avance científico para su tiempo. En 1895 y 1896 publicó sendos
folletos divulgando sus ideas, que llevaron
el título de: “Influencia del
Manantial del Marco en el desarrollo material de Cáceres” (primera y
segunda parte), y hasta fue concejal para defender estas ideas renunciando a su
plaza de titular de farmacéutico municipal para ello. No tuvo mucho éxito en su
gestión y, en 1898, volvió a la carga publicando otro folleto titulado, “Algunas ideas sobre el engrandecimiento de
Cáceres”, con el que tampoco consiguió que se le oyera, siendo lo único
conseguido que se le tildara de “chiflado”
—como el mismo dice en este último folleto— por los servidores del cacique de
turno.
Lo curioso del caso es que ninguna de las soluciones que daba el señor
Castel coincidieron con la que se tomó últimamente para solucionar el problema
a base de una presa en el río Guadiloba, pero eran muy ingeniosas y dieron pie
al abastecimiento de aguas de las minas y a algunas otras soluciones
intermedias tomadas posteriormente. En sus publicaciones proponía tres
soluciones: el aprovechamiento de aguas de las Minas; aprovechamiento de la
cuenca de “La Labradora” y de la de “La Madrila-Hinche”, o el de las fuentes:
“Castaño”, “Muesas”, “Valhondo” y
todas las agregables en la parte norte de la sierra de la Montaña. Finalmente
se inclinaba por el recrecimiento del manantial del Marco, unido al proyecto
últimamente citado.
Don Joaquín Castel fue el primero que aforó, mediante diversas pruebas
científicas, el agua subterránea del Calerizo y hasta propuso un pequeño salto
de estas aguas en el Vadillo, para mover una máquina que proporcionara luz
eléctrica para el alumbrado público. Sus proyectos, aunque no escuchados,
fueron muy ingeniosos y por ello quedamos constancia de sus desvelos para la
pequeña historia local.
Diario HOY, 19 de marzo de 1983
NOTA.- Fernando
aplica a Joaquín Castel la condición de “fundador” de la farmacia de la Plaza
que durante tantos años llevó su apellido. Sin embargo, se equivoca. Dicha
farmacia era de la propiedad de don Adrián Carrasco Guerra ya en 1870. Joaquín
Castel se casó María Carrasco, nieta de don Adrián, motivo por el que éste le
cedió la farmacia a Joaquín Castel, trasladándose él a otra en la calle
Pintores 31, justo donde desemboca la calle Moret, donde muchos hemos conocido,
durante años, la farmacia de los Acedo. (Nota de Teófilo Amores).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.