A cuenta de la “Ventana” de
ayer, en la que me refería a la cultura de aluvión que nos llegó con las
corrientes ganaderas de otros puntos de España, citaba yo una casa existente en
Cáceres donde hubo una hermandad de ganaderos y un mosaico dedicado a su
Patrona, la Virgen de Valvanera, que yo suponía advocación perteneciente a
algún lugar de Soria o León. Pues bien, hoy un cacereño que tiene familiares
logroñeses me ha sacado de mi error y me ha dado una serie de datos que, por
ser curiosos para esta pequeña historia de Cáceres, voy a dar a ustedes.
Resulta que la advocación y el lugar aludidos pertenecen a Logroño,
concretamente a la Sierra de Cameros, de done descienden muchas familias
cacereñas, y desde donde bajaron y siguen bajando en trashumancia muchos
ganaderos a los que aquí conocemos con el nombre más común de “serranos” y que muchas veces confundimos
con sorianos, por la proximidad geográfica.
Según mi interlocutor, ellos fueron los que crearon esa hermandad, que
se llama Nuestra Señora de Valvanera (escrito con dos uves, y no con “b” y “v” como yo escribí por la sencilla razón de tomar el nombre de dos
pueblos mejicanos, igualmente nominados, uno del distrito de Puebla y otro del
de Querétaro, pero con esa distinta ortografía). Según él, la vinculación con
Cáceres de toda esa zona sigue existiendo aún en la actualidad, hasta el punto
de que el reloj público de Logroño, que está en el paseo del Espolón, inicia el
sonido de las horas con unas estrofas de la canción popular “Ya se van los pastores a la Extremadura”.
Dato éste si ustedes quieren nimio, pero que recoge una vinculación histórica
entre Logroño y Extremadura, o más bien entre Cáceres y la sierra de Cameros.
Según me cuenta, Valvanera es una localidad de esas sierras, que tiene
un santuario de esta virgen que sirven frailes benedictinos y que al parecer es
idéntica a la de Montserrat, aunque vestida con manto, como la nuestra de la
Montaña. De antiguo, la Virgen de Valvanera y la de la Montaña eran iguales,
aunque ahora a aquélla se le ha quitado el manto. En definitiva, reseñamos esa
vinculación de Cáceres y Logroño que no deja de ser curiosa.
Diario HOY, 9 de febrero de 1983
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