Desde luego hay personas que tienen verdadera garra, o carisma si
ustedes quieren, para hablar en público y soltar una frase o idea ingeniosa
que, a lo mejor, hace reír a la concurrencia, pero que centran la atención en
lo que se está diciendo o desarrollando en esos momentos.
No es ni necesario ser un gran orador sino tener ideas originales y
expresarlas con toda sencillez para que la multitud las capte y aun para que ría
con ellas, porque esa risa ha logrado disparar el mecanismo de atención de la multitud
para la que lo peor es el aburrimiento.
Este es un caso muy corriente entre determinadas personas sencillas
que, como suele decirse, hablan a la pata la llana, pero logran prender esa
atención de la multitud que es difícil lograr para muchos otros.
Un caso así es el de Pedro Cañada. Pedro, en su intervención del
pasado domingo en la concentración “antiestatuto”
de la Plaza Mayor de Cáceres, hizo una comparación muy curiosa entre la
bicicleta y la autonomía, que provocó la risa y el aplauso de la multitud que
escuchaba. Más o menos, vino a decir: “Quieren
hacer que la bicicleta de la autonomía funcione con una rueda mayor que otra, o
poniendo una rueda encima y otra debajo, pero lo que van a conseguir es que la
bicicleta no funcione.”
El que más y el que menos comenzó a darle vueltas a la idea y pensó: “En efecto, si las ruedas las ponen como
indica Pedro Cañada, no será una bicicleta lo que hagan, sino un velocípedo,
ese instrumento anticuado que llevaba una rueda enorme, con los pedales, y otra
pequeñita detrás, como pendiente de un rabo metálico, a la que hacía funcionar un
señor patilargo con levita y chistera encaramado al artilugio como un mono…”
Porque el velocípedo fue invento anterior a la bicicleta y precursor
de ella, ya que el primero se inventó en 1869, o sea, a mediados del pasado
siglo, que hacía perder el equilibrio a los que lo cabalgaban.
Ya veremos si el PSOE, encaramado al velocípedo autonómico logra
hacerlo funcionar o tiene que recurrir a la bicicleta, que es más moderna.
Diario HOY, 15 de febrero de 1983
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