Eso de estar cogido de la luna debe tener en el fondo alguna realidad.
No sé si ustedes recuerdan este dicho popular para justificar alguna cosa
inesperada o adelantada. Se suele emplear para justificar alguna salida
insólita de alguien, así como se suele echar la culpa a la Luna, o a otros
astros, de muchas cosas, como por ejemplo el adelanto de un parto. De todos
modos ello debe partir de creencias antiguas sobre la influencia de la que la
astrología tenía sobre el hombre y sus decisiones Es más, en la antigua
tradición extremeña todavía se siguen empleando, como algo mágico, medallitas
con la imagen de la Luna, que solía ponerse a los niños para “que no les cogiera la Luna”.
Se llama, asimismo, “enlunarse”
a estropearse la pesca de una charca o un criadero, o el propio agua de ella,
echándole la culpa a la Luna de lo sucedido.
Yo no sé si la Luna u otros astros tienen o no influencia en las
decisiones de los hombres, porque ahora con la ciencia tan adelantada se han
desterrado estas creencias que muchos suponemos supersticiosas, pero que en el
fondo de cada hombre suelen seguir vivas. Se da el caso de confesar que no se
cree en la astrología, y sin embargo consultar el horóscopo que suele salir en
algunos periódicos, aunque confesemos que lo hacemos por simple
entretenimiento.
Uno se para a pensar estas cosas y, hacer relaciones de ellas, por ejemplo
con los meses, y se da cuenta que el mes de febrero, que acaba de concluir, es
pródigo en acontecimientos políticos nacionales de trascendencia, Recuerden el
23-F, o el 23-Rumasa, por citar sólo dos de los próximos, que nos han traído de
cabeza y pendientes de los acontecimientos nacionales, muchas veces sin dormir
por estar pendientes de la “tele”, a
la mayoría de los españoles.
En contraposición, esos meses suelen bajar lo que pudiéramos llamar la
noticia o los acontecimientos locales… ¿Será por la influencia de los astros?
¿Habrá algo de cierto en estas creencias? Yo no sabría decirlo, pero como “político contemplativo” —que me he
confesado más de una vez— asisto a este devenir de acontecimientos nacionales
con la misma ilusión que acude un niño al circo. Ahora salen los payasos, luego
los elefantes haciendo monerías, o los monos haciendo elefantadas, o los leones
que amenazan con comernos a todos. En fin, que el que no se divierte es porque
no quiere, pero materia de entretenimiento sí que hay.
Diario HOY, 4 de marzo de 1983
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