martes, 19 de septiembre de 2017

Hablemos de las tortas

El próximo pueblo de Casar de Cáceres ha sido y es famoso por muchas cosas. Como quien dice, ha entrañado y entraña muchas curiosidades, entre la que no es menor conservar algunos modismos en su modo de hablar que aún no se han perdido, pese a la proximidad y contacto con la capital, de la que está tan próximo. Todo ello indica una fuerte personalidad que ha mantenido y mantiene, aun a pesar de que el paso del tiempo tienda a igualar las personalidades de unos pueblos y otros.
En el Casar siempre ha habido cosas insólitas de las que hablar, que muchas veces no suelen creerse. No queremos repetir aquí viejas historias que tienen su raíz cierta, como el que en su hermosa iglesia, quizás durante siglos, hubo colgado un lagarto sobre la pila del agua bendita. El lagarto, que en realidad es un caimán o cocodrilo, sigue existiendo, aunque muy deteriorado, en una de las habitaciones de la torre de la iglesia. Posiblemente se trata de algún exvoto que envió algún casareño emigrado a América.
Igualmente insólito fue la existencia allí durante muchos años de un célebre maestro de escuela que vestía como un griego clásico, sobre el que en otra ocasión hablaremos ampliamente. Fue un sabio al que había que perdonarle sus excentricidades y era conocido en España entera como el “maestro romano del Casar”, fallecido ya hace años, que educó a muchas generaciones de casareños.
Pero hay algo en el Casar que es inimitable, y son sus célebres “tortas”. La “torta del Casar” es un queso de oveja que, por la razón que sea, y sin que científicamente se sepa a qué es debido, se convierte en verdadera crema de queso. Es famoso en el mundo entero, y aunque tiene muchas imitaciones, no ha llegado a superarle ningún alimento de este tipo. Recuerdo que en tiempos un químico cacereño, gran entendido en la elaboración del queso, el señor Corrales, estuvo empeñado en montar una fábrica en la que, por procedimientos químicos, se lograra este queso. Por muchas pruebas que hizo no fue capaz de dar con el secreto de “fabricación”, que aún hoy en día sigue sin desvelarse. No le hace falta promoción a este producto, pero sí cabe señalar que hoy día, cuando hay tanto sucedáneo imitativo, es una delicia el que las “tortas del Casar” sigan manteniendo su secreto. Bien lo sabe la Cofradía Extremeña de Gastronomía, que suele incluirlo entre sus productos recomendados. Y es que, como dicen allí, “a lo natural no llega nada”.
Diario HOY, 5 de marzo de 1983

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