El próximo pueblo de Casar de Cáceres ha sido y es famoso por muchas
cosas. Como quien dice, ha entrañado y entraña muchas curiosidades, entre la
que no es menor conservar algunos modismos en su modo de hablar que aún no se
han perdido, pese a la proximidad y contacto con la capital, de la que está tan
próximo. Todo ello indica una fuerte personalidad que ha mantenido y mantiene,
aun a pesar de que el paso del tiempo tienda a igualar las personalidades de
unos pueblos y otros.
En el Casar siempre ha habido cosas insólitas de las que hablar, que
muchas veces no suelen creerse. No queremos repetir aquí viejas historias que
tienen su raíz cierta, como el que en su hermosa iglesia, quizás durante
siglos, hubo colgado un lagarto sobre la pila del agua bendita. El lagarto, que
en realidad es un caimán o cocodrilo, sigue existiendo, aunque muy deteriorado,
en una de las habitaciones de la torre de la iglesia. Posiblemente se trata de
algún exvoto que envió algún casareño emigrado a América.
Igualmente insólito fue la existencia allí durante muchos años de un
célebre maestro de escuela que vestía como un griego clásico, sobre el que en
otra ocasión hablaremos ampliamente. Fue un sabio al que había que perdonarle
sus excentricidades y era conocido en España entera como el “maestro romano del Casar”, fallecido ya
hace años, que educó a muchas generaciones de casareños.
Pero hay algo en el Casar que es inimitable, y son sus célebres
“tortas”. La “torta del Casar” es un queso de oveja que, por la razón que sea,
y sin que científicamente se sepa a qué es debido, se convierte en verdadera
crema de queso. Es famoso en el mundo entero, y aunque tiene muchas
imitaciones, no ha llegado a superarle ningún alimento de este tipo. Recuerdo
que en tiempos un químico cacereño, gran entendido en la elaboración del queso,
el señor Corrales, estuvo empeñado en montar una fábrica en la que, por
procedimientos químicos, se lograra este queso. Por muchas pruebas que hizo no
fue capaz de dar con el secreto de “fabricación”,
que aún hoy en día sigue sin desvelarse. No le hace falta promoción a este
producto, pero sí cabe señalar que hoy día, cuando hay tanto sucedáneo imitativo,
es una delicia el que las “tortas del Casar”
sigan manteniendo su secreto. Bien lo sabe la Cofradía Extremeña de
Gastronomía, que suele incluirlo entre sus productos recomendados. Y es que,
como dicen allí, “a lo natural no llega
nada”.
Diario HOY, 5 de marzo de 1983
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