Más de un mes lleva la Cámara de la Propiedad Urbana de Cáceres sin
poder formalizar los contratos de arrendamiento porque, al parecer, por un
cambio en el sistema de remisión no le acaban de enviar los impresos de fianzas
que son preceptivos en estos casos y que deberían haberles enviado ya desde
Madrid.
Esto puede ser una muestra de cómo funciona la burocracia a nivel
nacional y, si echamos la imaginación a volar, de cómo han cambiado —pero a
peor— los sistemas de papeleo a altos niveles administrativos.
Comentaba yo este fallo con un industrial cacereño, y como uno es un
ingenuo y cree aún en que todo esto lo agilizará la autonomía, ya que los
centros que tienen que enviar papeles, poner sellos y dar permisos de todo tipo
estarán más cerca y como quien dice todo se va a quedar en casa, me extrañó que
el tal industrial torciera el gesto y me contara su caso en el que hay unos
preceptivos permisos de la Junta de Extremadura, para no sé qué papeleos, que
antes eran a nivel nacional y ahora lo son sólo a nivel regional.
Pues bien, según me cuenta —y como uno no es entendido en la materia
puede equivocarse—, más o menos es que desde el mes de junio pidió permiso para
abrir una nave industrial en el polígono. Ello supone alguna ampliación de
puestos de trabajo, con la que ahora estamos muy preocupados todos. Desde
entonces hasta estas alturas y a cuenta de no sé qué informes o permisos de
tipo regional, aún no se le ha resuelto el asunto y sigue esperando, gastando
dinero y echándose a temblar porque, como todo sube día a día y los permisos no
llegan, el presupuesto que tenía para la tal ampliación o edificación cada vez
se le queda más corto, igual que su poder adquisitivo, me acaba diciendo; “Si llego a saber que todo este trámite, además
de caro, se me eterniza, a buenas horas me meto yo en todo este lío…”
En definitiva, que si cocían habas con la burocracia centralizada —que
ya tenía su rodaje—, ahora con la descentralizada se cuecen también a
calderadas, aunque sea sólo a cuenta del rodaje, con lo que al menos en la burocracia,
y hasta el momento ha sido poner una albarda sobre otra, sin beneficio para
nadie…, excepto para los que cobran por los nuevos sillones.
Diario HOY, 5 de febrero de 1983
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