Desde luego en el aspecto industrial en Cáceres tenemos mala suerte. A
trancas y barrancas logramos que se nos hiciera el polígono industrial de “Las Capellanías” y logramos que se
vinieran a él algunas industrias, aunque bastantes menos de las que hubiéramos
querido, porque las industrias dan trabajo y teniendo tanto parado, lógico es
que se estimen las pocas o muchas que vinieron como empresas que dan de comer a
algunas familias cacereñas, lo que es de agradecer por todos. Aunque, como una
cosa es el deseo y otra lo que se logra, hemos de decir que Cáceres se quedó a medias
entre lo agrícola, lo ganadero y ese pequeño cúmulo de industrias, que pueden
contarse con los dedos de la mano, pero que están ahí en ese polígono dando
trabajo a algunos cacereños y son las únicas que tenemos.
Hubo sueños que no llegaron a realizarse o no se realizaron del todo,
como fueron aquellas del granito, o las de los microordendores, que se quedó
más en “micro” que en ordenadores, o
las de las fresas… En fin, sueños, pero las pocas que vinieron están ahí y las
miramos como a las niñas de nuestros ojos. La mala suerte reside en que, siendo
tan pocas y tan dispersas, un maldito minitornado nos las haya perjudicado a
todas o casi todas hasta el punto de que para sustituir tienen que pedir ayuda.
Por eso es de agradecer que el presidente de los extremeños, Juan Carlos
Rodríguez Ibarra, viniera a ver lo que había pasado y, al parecer no sólo a
hacerse la foto sino a ofrecer ayuda, cosa que se agradece, por lo dicho
anteriormente. A mí, personalmente, me agrada ver por aquí al presidente y que el
presidente comience a ver Cáceres y lo cacereño como algo propio y no sólo como
a “los mangurrinos” de la otra
provincia, aunque para ello me permito recomendarle que, si viene como
presidente de todos, no nos llama la “provincia
hermana” como ha hecho en esta visita.
Diario HOY, 14 de noviembre de 1985
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